sábado, 9 de agosto de 2025

DROGAS Y TERRORISMO : EL NARCOESTADO CHAVISTA

Es bien sabido que en la actualidad vivimos en un mundo donde todo está conectado, lo que sucede en un país puede impactar rápidamente a sus vecinos y más allá; si durante los años en los que se dieron los movimientos de independencia en nuestra América   rápidamente se propagó la información y se generó el efecto dominó sin tener medios de comunicación como los de hoy en día, obviamente en el presente al segundo nos informamos de todo lo que está sucediendo al otro lado del planeta. Venezuela es un claro ejemplo de esto, lo que comenzó como un problema interno ha crecido hasta convertirse en una amenaza real para la estabilidad de toda la región. La situación se ha vuelto crítica, con un gobierno que ha militarizado la política y ha forjado lazos con los más nefastos grupos criminales, lo que ha llevado a más de 9 millones de personas a huir en busca de una vida mejor. Esto no es solo una crisis humanitaria; es un desafío que afecta a todos, desde la economía hasta la seguridad en países cercanos. La razón de ser de estos escritos que hago semana a semana no es informar que descubrí la pólvora, sino una invitación permanente y repetitiva a mirar de cerca lo que está pasando y a entender por qué es tan urgente actuar ante esta realidad, para así proteger el futuro de toda América Latina. La plaga conformada por el traidor mayor, hoy felizmente difunto, los chulos del Caribe-léase los hermanos Castro Ruz-, y los herederos que hoy usurpan y secuestran el poder, debe ser sacada de cuajo como decimos popularmente, desde la raíz porque ya estamos sufriendo las consecuencias de haber minimizado la importancia o el nivel de malandraje que lograron exportar estas lacras.

La reciente Conferencia de Líderes de Infanterías de Marina de las Américas (MLAC) 2025, celebrada esta semana en Washington DC, ha puesto sobre la mesa una realidad que ya no puede ignorarse: Venezuela se ha convertido en una amenaza tangible para la estabilidad regional. Las declaraciones del teniente general Leonard F. Anderson, comandante de la Fuerza Sur de la Infantería de Marina de Estados Unidos, no dejan lugar a dudas sobre la percepción que tiene la comunidad internacional del narcorégimen de Nicolás Maduro.

“Estoy seguro que los países vecinos de Venezuela verían al Ejército venezolano como una amenaza en la región, no es una nación estable” declaró Anderson desde la capital estadounidense. Estas palabras, pronunciadas ante representantes de más de veinte naciones de las Américas y otras regiones, confirman lo que muchos analistas han venido señalando durante años: la narcotirania venezolana representa un peligro latente para la paz hemisférica.

La conferencia MLAC 2025 no es un evento menor. Se trata de un foro donde se discuten los temas más críticos de seguridad y cooperación naval en la región y que Venezuela sea señalada específicamente como una amenaza regional habla de la gravedad de la situación actual.

El narcoregimen de Maduro ha convertido la desestabilización regional en una verdadera política de Estado. La crisis migratoria venezolana que ha expulsado a más de 9 millones de hermanos, ha generado presiones extraordinarias sobre los sistemas de salud, educación y seguridad de países vecinos como Colombia, Ecuador, Perú y Brasil. Esta diáspora forzada no es un fenómeno natural, sino el resultado directo de las políticas represivas y la destrucción sistemática de la economía venezolana.

Pero la amenaza va más allá de la crisis humanitaria. El régimen venezolano ha establecido vínculos documentados con grupos criminales transnacionales, incluyendo carteles de drogas colombianos y redes de tráfico de armas. La transformación de Venezuela en un narcoestado ha creado un corredor criminal que afecta toda la región, facilitando el tránsito de drogas hacia Estados Unidos y Europa, mientras genera violencia y corrupción en su paso.

Las Fuerzas Armadas venezolanas, otrora profesionales y respetadas, han sido transformadas en el brazo armado del partido PSUV.

El régimen ha polarizado a la sociedad venezolana, creando grupos paramilitares como los “colectivos” que operan con impunidad tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales.

Esta militarización se extiende a la política exterior venezolana. El régimen ha utilizado sus fuerzas militares para realizar provocaciones en las fronteras con Colombia y Guyana, ha enviado asesores militares a países aliados como Nicaragua y Cuba y ha establecido bases de operaciones que sirven como plataformas para actividades desestabilizadoras en toda la región.

La amenaza de la tiranía venezolana se amplifica por sus alianzas con otros regímenes autoritarios. La presencia militar rusa en territorio venezolano, incluyendo bombarderos estratégicos y asesores militares, convierte a Venezuela en una plataforma para la proyección de poder extra-hemisférico que desafía directamente la estabilidad regional y los intereses de seguridad hemisférica.

Igualmente preocupante es la creciente presencia de china en Venezuela, no solo en términos económicos sino también en capacidades de vigilancia y control social que pueden ser exportadas a otros países de la región. Esta transferencia de tecnología represiva representa una amenaza a largo plazo para la democracia en las Américas.

Las declaraciones del teniente general Anderson en la conferencia MLAC 2025 reflejan un consenso creciente en la comunidad internacional sobre la necesidad de abordar la amenaza venezolana de manera coordinada y decidida. Ya no se trata simplemente de una crisis interna venezolana, sino de un problema de seguridad hemisférica que requiere una respuesta multilateral.

La estabilidad regional depende de que la comunidad internacional reconozca la realidad de la amenaza que representa la narcotiranía venezolana y actúe en consecuencia. El régimen de Maduro no solo ha destruido a Venezuela desde adentro, sino que ha convertido al país en una plataforma para la desestabilización regional.

La conferencia de Washington DC debe servir como punto de partida para una estrategia regional coordinada que aborde no sólo los síntomas de la crisis venezolana, sino sus causas estructurales. La amenaza que representa la narcotiranía de Maduro para la estabilidad hemisférica exige una respuesta proporcional y sostenida de parte de todas las democracias de la región.

No hay mucho que  analizar desde la cárcel del exilio, el reconocimiento oficial por parte de la Marina de Estados Unidos de que Venezuela representa una amenaza regional marca un punto de inflexión importante, no hay otra opción  para la comunidad internacional que actuar con la urgencia que esta amenaza merece, antes de que la desestabilización venezolana alcance un punto de no retorno para toda la región.

Saben ustedes queridos lectores que soy de los venezolanos que levanto las dos manos por una intervención muy puntual (QUIRÚRGICA) para liberar a Venezuela y deje de ser el eje del mal, destruyendo a las nuevas generaciones con las drogas y una amenaza para el hemisferio; ahora más que nunca  luego de que se aumentara en estas últimas horas  a  50 millones de dólares por la captura de Nicolás Maduro, quien desplazó a jefes terroristas y del narcotráfico en la lista de los más buscados por EEUU

Según el medio InfoBae la cifra, inédita en el programa “Rewards for Justice”, refuerza la postura de Washington al considerar al dictador venezolano una prioridad estratégica en el combate a redes criminales internacionales.  Para luego, es tarde, les acompaño en todo lo que haga falta para arrancarlos, desaparecerlos y comenzar con la resiembra, sanear los campos, las fábricas, la infraestructura de un país que tiene para aportar a la región mucho más y mejores cosas que esa escoria que lamentablemente aún nos oprime. Falta menos, seguimos sin pausa y muchos brios con mi PLUMA Y MI PALABRA 



José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 2 de agosto de 2025

CUENTA REGRESIVA PARA EL CARTEL DE LOS SOLES - ATENTOS CAPOS MADURO Y CABELLO

Este indeseable narcorégimen que oprime a mi país, se siente tan sobrado, que jamás ha considerado que su suerte puede cambiar de la noche a la mañana, sobre todo cuando se profundiza la investigación y se descubren las conexiones turbias entre los que están en el poder y el crímen organizado. A veces nos desesperamos por la lentitud en la acción hacia la salida de esta plaga, pero no han sido en vano las declaraciones y testificaciones de sus cómplices que han sido detenidos o de algunos otros que se han entregado a las autoridades internacionales, cada vez más las piezas de este rompecabezas maligno están encajando y todas coinciden señalando a los cabecillas de esta lamentable planificación de la destrucción de un país para beneficiarse solo ellos, ideada desde la mente desquiciada y ambiciosa de los parásitos del Caribe, los Castro Ruz, ejecutada por el traidor mayor, hoy felizmente difunto y perpetuada por sus lacayos herederos quienes la han perfeccionado logrando aliarse a todo el terrorismo Internacional entregando nuestras riquezas a cambio de protección . Mientras tanto, el resto del mundo está pendiente de lo que pasa, y las decisiones que se toman, es como si estuviéramos en una cuenta regresiva hacia un desenlace que puede cambiarlo todo.

Hace apenas diez días, el Departamento de Estado de los Estados Unidos informó algo que muchos venezolanos sabíamos pero que ahora tiene el peso de una declaración oficial: el llamado Cártel de los Soles, una estructura criminal vinculada directamente con las más altas esferas del poder en Venezuela, colabora activamente con organizaciones criminales transnacionales como el Cártel de Sinaloa (México) y el Tren de Aragua (Venezuela). Ambas han sido recientemente catalogadas como organizaciones terroristas por Washington.

La gravedad de esta designación no puede ser subestimada. Por primera vez, el gobierno estadounidense ha etiquetado a un entramado criminal dirigido desde el Palacio de Miraflores como organización terrorista. Y eso cambia por completo las reglas del juego. Esta clasificación no es simbólica: abre la puerta para que las agencias de inteligencia y operaciones especiales de EE. UU. actúen extraterritorialmente contra quienes sean considerados responsables, estén donde estén. Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López ya no son solo figuras del chavismo; son objetivos señalados en una lista que autoriza acciones quirúrgicas, incluso letales, si fuese necesario: o sea, ya tienen licencia para matarlos con ese estatus en cualquier parte del mundo como sucedió con Osama bin Laden, Qasem Soleimani ex ministro de la defensa Iraní.

La administración del presidente Donald Trump quien regresó a la Casa Blanca tras su victoria electoral, ha dejado claro que no permitirá que el régimen de Maduro siga exportando crimen, drogas y violencia a suelo estadounidense. En apenas siete meses de gobierno, ya se han producido acciones más contundentes que durante años completos de administraciones anteriores. Y aún faltan tres años y medio. Soy de los venezolanos que cree con mucho optimismo, que estos delincuentes no saldrán ilesos del juicio de la historia, ni del brazo largo de la justicia internacional.

Esta semana, la DEA (Administración de Control de Drogas de EE. UU.) reactivó la campaña de recompensas que ofrece hasta 25 millones de dólares por información que lleve a la captura de Nicolás Maduro y de sus principales operadores: Diosdado Cabello, considerado el número dos del chavismo y el general Vladimir Padrino López, figura clave en la permanencia del régimen gracias a su control militar.

Desde Escocia, durante una visita reciente, el presidente Trump fue aún más directo: acusó al régimen de Maduro de actuar de forma “cruel” y de seguir enviando drogas y migrantes irregulares hacia la frontera sur de los Estados Unidos. “Tenemos al régimen de Nicolás Maduro actuando de una manera muy desagradable. Están enviando y siguen enviando a nuestra frontera a personas que rechazamos. Venezuela sigue enviando drogas a nuestro país. Han sido muy crueles y no podemos permitir que eso suceda”, dijo el mandatario.

Pero no solo Trump ha sido enfático. El secretario de Estado, Marco Rubio, una de las voces más activas en la política estadounidense sobre Venezuela, reafirmó esta semana que Maduro no es el presidente legítimo del país y que su régimen carece de legalidad democrática. Estas palabras llegan en un momento clave, a un año de los comicios fraudulentos de 2024 y con un país en ruinas, sin Estado de derecho ni libertades políticas.

Todo esto no es poca cosa. No se trata de rumores, ni de declaraciones sueltas: estamos presenciando la consolidación de una narrativa y una política exterior que apunta a responsabilizar de forma directa y sin medias tintas, al régimen chavista por sus vínculos con el crimen organizado internacional y el terrorismo. Reflexionó desde la cárcel del exilio, los próximos meses serán claves, el mensaje de Estados Unidos parece claro: no se trata de si actuarán, sino de cuándo y cómo. Suceden además cosas repentinas y favorecedoras a nuestra causa como que la Sala de Apelaciones de la Corte Penal Internacional (CPI) ordenó este viernes pasado al fiscal Karim Khan que se aparte del caso sobre la situación de derechos humanos en Venezuela por posible conflicto de interés, en lo personal pienso que todo suma y aporta hacia un desenlace liberador para nuestra amada patria.

Tengo la firme convicción de que el final de esta historia se está acercando y que quienes hoy oprimen y saquean a Venezuela saldrán, más temprano que tarde, con los pies por delante. Hermanos venezolanos, el final está cerca. Confiemos en el proceso, el trabajo de todos cuenta, con constancia y sin perder el ánimo, vamos grano a grano, poco a poco con mucha fe acompaño esta cruzada atacandolos sin pausa, con MI PLUMA Y MI PALABRA.




José Gregorio Briceño Torrealba

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