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Ex-alcalde, Constituyentista, ex-diputado AN, y ex-gobernador del Estado Monagas. Luchador incansable por el rescate de la democracia en mi patria VENEZUELA.

sábado, 29 de noviembre de 2025

El rostro del terror en Venezuela: DIOSDADO CABELLO RONDÓN


Hemos pasado por varias dictaduras en nuestro país, siempre el estamento militar ha sido un vivero de mucho resentimiento y de aspiraciones que luego se convierten en tomas de poder por cualquier vía. Hemos sido protagonistas de diversos periodos en los que la parte política, los partidos digamos, fracasaron en sus intentos por gobernar democráticamente.

Sobran ejemplos de cómo la carencia y la necesidad pueden moldear a una persona y llevarla a extremos inimaginables. Quienes han servido en el ejército proviniendo de un entorno donde la lucha por la supervivencia era un día a día, la falta de oportunidades y la injusticia social se convierten en  combustible para alimentar la ambición y la sed de poder.

Esto en una mente llamemosla normal puede ser, como ha sido,  mezclado con un ingrediente de vocación de servicio y ayuda al país en el cual se mostró represión fuerte en las libertades y al mismo tiempo avance en la productividad, la economía y la infraestructura del país. No una total destrucción como se muestra esta tiranía.

Esta semblanza comparativa nos hace ver aún más que hoy en día en el tope de la jerarquía de esta dictadura, nos encontramos frente a un monstruo, violador de niñas en su juventud, alguien que no se detiene ante nada para lograr sus objetivos, que no tiene escrúpulos en utilizar el miedo y la violencia para mantener su posición es algo mucho más .

Nuestro país no es culpable de sus heridas que nunca sanaron ni de sus necesidades que nunca fueron satisfechas.

En esta comparación cabe mencionar al sanguinario Pedro Estrada quien fue el jefe de la Seguridad Nacional durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Su nombre quedó marcado en la historia venezolana como autor y ejecutor de dantescas torturas y asesinatos que aterrorizaron a generaciones enteras. Sin embargo, décadas después, la crueldad de Estrada parece empalidecer ante la figura del Teniente cobarde y asesino Diosdado Cabello Rondón y para jalarle bola, lo llaman Capitán. Según múltiples investigaciones internacionales, incluidas las del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU). La diferencia es que Cabello opera en pleno siglo XXI, con métodos más sofisticados pero igualmente brutales y con una impunidad que Estrada nunca conoció.

Lo que presenciamos hoy en Venezuela no es simplemente la continuación de un régimen autoritario: es la consolidación de un Estado mafioso donde el verdadero poder no reside en quien ocupa ilegalmente la presidencia, sino en quien controla las armas, el terror y las rutas del narcotráfico.

Nuevos análisis de seguridad y testimonios de exfuncionarios venezolanos apuntan a una conclusión cada vez más difundida dentro y fuera de Venezuela: Diosdado Cabello no solo es el hombre más poderoso del chavismo, sino también el verdadero jefe del Cártel de los Soles, la organización criminal vinculada al tráfico de cocaína y a la corrupción estatal que ha sido señalada por agencias de inteligencia de Estados Unidos y organismos internacionales.

Mientras Nicolás Maduro aparece debilitado, presionado por sanciones internacionales y la crisis interna, Cabello mueve los hilos del poder desde las sombras, controlando las decisiones más importantes del régimen y ejerciendo una influencia absoluta sobre sectores militares, policiales y de inteligencia. Es él quien decide quién vive y quién muere, quién sube en el escalafón militar y quién cae en desgracia. Su poder no deriva de la Constitución ni del voto popular, sino del miedo y la lealtad comprada con sangre y dinero sucio. Cabello siempre ha sido descrito como el “número dos” del chavismo pero ese concepto ha quedado ridículamente corto. Informes de autoridades estadounidenses sostienen que Cabello ha consolidado el mando dentro del aparato criminal que opera desde el Estado venezolano, utilizando su poder político para garantizar protección, rutas de narcotráfico, funcionarios aliados y un sistema de lealtades que mantiene al régimen a flote incluso cuando parece tambalearse. Diversas fuentes han indicado que ningún movimiento militar, policial o estratégico se ejecuta sin su autorización. Maduro, cada vez más aislado y desconfiado, depende de Cabello para sostener el control territorial y evitar fracturas en el alto mando. En otras palabras: Maduro es la cara visible, pero Cabello es quien realmente gobierna Venezuela. Es el operador supremo, el arquitecto del terror contemporáneo.

Aunque Maduro es la figura pública más expuesta internacionalmente, múltiples investigaciones sitúan a Cabello como el verdadero arquitecto del Cártel de los Soles, una red criminal que involucra a oficiales de alto rango, empresarios, operadores clandestinos y estructuras armadas que facilitan el tráfico de drogas hacia el Caribe, Europa y Estados Unidos.

Este cártel no es una organización paralela al Estado venezolano: es el Estado mismo. Funciona con la protección de instituciones que deberían combatir el crimen, opera con recursos públicos y utiliza la represión política como herramienta para eliminar competidores y silenciar testigos. Es un poder paralelo que se ha fusionado completamente con las estructuras formales del gobierno.

Comparar a Diosdado Cabello con Pedro Estrada no es una exageración retórica. Ambos personifican el uso sistemático del terror como instrumento político. Ambos han dirigido aparatos represivos que torturan, desaparecen y asesinan. Pero Cabello ha ido más allá: ha construido un imperio criminal que no solo reprime a la disidencia, sino que lucra con el sufrimiento de millones, exportando drogas que destruyen comunidades en todo el continente.

Venezuela enfrenta hoy una narcodictadura criminal sin precedentes en su historia. Y en el centro de esa oscuridad, con un poder que supera incluso al del usurpador Maduro, se encuentra Diosdado Cabello: el nuevo rostro del terror venezolano, un hombre cuya crueldad convierte a los dictadores del pasado en meras sombras, fiel heredero del traidor mayor, hoy felizmente difunto.

Desde la cárcel del exilio me pregunto: ¿cuánto tiempo más permitirá la comunidad internacional que este personaje siga operando con total impunidad?​​​​​​​​​​​​​​​​

Todas las informaciones nos indican que faltan pocos días, saldrán con las bragas anaranjadas o con los pies hacia delante y mi amada Venezuela, será libre y resurgirá como el ave Fénix. Volveremos los más de 9 millones venezolanos a dar lo mejor de sí para la reconstrucción total.

Es cuestión de poco tiempo, sabremos de él, de su cobardía acostumbrada en el momento de la verdad, estoy seguro y sigo trabajando para que llegue ese momento, sin pausa y con MI PLUMA Y MI PALABRA 



José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 22 de noviembre de 2025

24 NOVIEMBRE - ALERTA ROJA PARA EL NARCORÉGIMEN 

Similar a cualquier juego de ajedrez, esta afrenta contra la narcotiranía que mantiene secuestrado a mi país y sus secuaces, es un toma y dame de largo aliento. El gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, gran aliado de la democracia mundial y más específicamente de nuestro hemisferio, quien finalmente se percató de que esta mafia nauseabunda no son niños de pecho y han puesto en peligro máximo a su país, se activó de forma superlativa, sin medias tintas, lo que se traduce en un mensaje claro: no se tolerará más la violencia protagonizada por hacer cualquier clase de atropellos y delitos con tal de llevar a cabo la inundación de droga en todo el continente y la impunidad por estos hechos.

Allí vamos, pendientes de que cada movimiento cambia el rumbo del partido, el tablero se ha mudado al Caribe, y nos mantiene expectantes del destino de la región.

Nadie puede negar que algo está pasando y que al mirar los movimientos de los peones comunistas se nota su nerviosismo, ya la semana  pasada comentamos de su ridícula súplica y arrebato de pedir paz al presidente Trump cuando ellos son los mayores precursores y ejecutores de la guerra y el atropello a un pueblo que clama por paz y progreso.

La jugada maestra de esta semana la protagonizó el Departamento de Estado de los Estados Unidos cuando anunció que a partir de mañana 24 de noviembre designará al llamado Cártel de los Soles como Organización Terrorista Extranjera (FTO por sus siglas en inglés) una clasificación que se aplica bajo la sección 219 de la Ley de Inmigración y Nacionalidad. La decisión entrará en vigor con su publicación en el Registro Federal, siguiendo el procedimiento habitual en estos casos. Esta nueva categoría no es un simple sello burocrático: activa consecuencias penales directas para cualquier individuo, institución o gobierno que provea “recursos, equipamiento o asistencia” a una organización incluida en la lista FTO. Se trata de un marco jurídico más severo que el régimen de sanciones financieras previamente aplicado por el Departamento del Tesoro bajo la figura de SDGT (Terroristas Globales Especialmente Designados).

Ambas designaciones, la financiera y la terrorista,

conviven pero no cumplen funciones equivalentes ni operan sobre las mismas herramientas legales.

El mensaje político de Washington es inequívoco: la clasificación FTO no sustituye a la sanción previa, sino que la profundiza y amplía dentro de otro ámbito legal, uno que permite acciones penales y operativas de mayor alcance.

El anuncio coincide con el arribo del portaaviones USS Gerald R. Ford al mar Caribe en el marco de la “Operación Southern Spear”. Según la Armada de EE.UU el grupo de ataque del Ford cruzó el paso de Anegada el pasado domingo en la mañana acompañado por escuadrones de combate y destructores con misiles guiados. El despliegue involucra cerca de 15.000 efectivos y casi una docena de buques, representando la mayor presencia militar estadounidense en la región en varias generaciones. La simultaneidad entre la designación FTO y la movilización naval no es casualidad: Washington está redefiniendo el tablero estratégico del Caribe.

¿Qué significa esto para el poder venezolano?

La inclusión del Cártel de los Soles como FTO abre un nuevo capítulo: por primera vez, actores centrales del narcoregimen de poder venezolano quedan insertos en un marco jurídico que permite a Estados Unidos perseguir penalmente en cualquier jurisdicción bajo su alcance a quienes considere responsables de proveer apoyo material a una organización terrorista.

 Si establece una arquitectura legal que amplía drásticamente el rango de acciones posibles judiciales, financieras, operativas y diplomáticas contra figuras del régimen venezolano.

En términos políticos, el resultado es claro: Washington ha elevado el conflicto con los malandros a un nuevo nivel, uno donde ya no lo aborda sólo como un problema de narcotráfico o autoritarismo, sino como un asunto de terrorismo internacional.

La pregunta que queda sobre la mesa es si el narcoregimen de Nicolás Maduro comprende la magnitud de este giro o si decidirá ignorarlo, como lo ha hecho con cada advertencia previa. Lo cierto es que a partir de mañana 24 de noviembre, el terreno legal y geopolítico que pisa el poder de los narcomalandros será otro, mucho más estrecho, mucho más peligroso y con consecuencias que ya no controlan. Desde la cárcel del exilio y a sabiendas de que estas lacras herederas del traidor mayor, hoy felizmente difunto, no cesarán en su aspiración de aferrarse al poder eternamente, más bien pasaran a la historia por escoger no morir por muerte natural, definitivamente será con los pies hacia adelante y los 9 millones de venezolanos regresaremos en paz y felices a reconstruir nuestra patria.

Mi abrazo y apoyo a toda iniciativa que conlleve hacia la salida de esta plaga que no ha tenido compasión de los venezolanos, solo busca su enriquecimiento y la entrega de la patria para mantenerse saqueando nuestras riquezas, a toda costa seguimos enfrentandolos cada segundo sin pausa, en mi caso lo sigo haciendo con MI PLUMA Y MI PALABRA 



José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 15 de noviembre de 2025

NICOLÁS MADURO Y DIOSDADO CABELLO- ¿VERDUGOS PIDIENDO CLEMENCIA?



Según se sabe, la muy venezolana expresión popular "pedir cacao"  es una forma de referirse a alguien que se rinde o pide ayuda, se utiliza casi siempre en tono de burla y es lo que hoy en día queremos resaltar, la burla en la que se convierten estos payasos que tienen secuestrado el poder en Venezuela ante el mundo entero.

Un día son unos gallitos de pelea desafiando a potencias cuando no tienen cómo responder ante un ataque, ya que todo se lo han robado y tienen al ejército pasando aceite, solamente dándole dádivas a los altos jerarcas para mantenerlos contentos y que no les vendan entregándolos a la justicia. Al día siguiente son unos bufones diciéndole al gobierno norteamericano ¡ Peace please! dando pena ajena, cuando todo el planeta sabe que quienes ha volteado patas arriba la realidad de nuestro hemisferio son ellos mismos aliándose con toda la basura ideológica del planeta entregando nuestro territorio para bases y operaciones contra el mundo democrático, son tan blasfemos que hasta hablan en el nombre de Dios.

La falsedad de los que se presentan como defensores de los derechos humanos mientras cometen atrocidades inimaginables es un recordatorio de que la impunidad galopa sin freno en nuestro país

La historia es un testigo silencioso de los crímenes cometidos, y es nuestra responsabilidad recordar y hacer justicia. 

Los registros y recordatorios de la historia son un arma poderosa, y es hora de que se utilicen para hacer justicia. No podemos permitir que la impunidad se convierta en un manto que cubra los crímenes cometidos, es hora de que se haga justicia, de que se castigue a los responsables y se dé voz a las víctimas.

Los capos narcoterroristas Nicolás Maduro y Diosdado Cabello apelan al derecho internacional, a los derechos humanos y a la piedad de la comunidad internacional ante lo que ellos catalogan como una futura invasión por parte de quiénes realmente son vigilantes de la paz del hemisferio, de la guerra contra el narcotráfico y el terrorismo. 

Pero ¿dónde estaba su “humildad”, su clemencia y su piedad cuando dieron la orden de masacrar a Óscar Pérez y a su grupo de compañeros en El Junquito?

Óscar Pérez se rindió junto a su equipo, entre los cuales había una mujer embarazada. Millones de venezolanos fuimos testigos, en tiempo real de aquel momento transmitido por las redes sociales: hombres y mujeres pidiendo garantías, rogando por sus vidas, declarando su rendición. Y sin embargo, la respuesta del régimen fue el fuego. No hubo clemencia, no hubo negociación, no hubo humanidad.

La masacre del Junquito quedó grabada en la memoria colectiva de Venezuela como un acto de barbarie que estremeció al mundo entero. Las imágenes mostraron cuerpos acribillados, disparos a quemarropa, ejecuciones extrajudiciales. Fue un operativo militar - policial desproporcionado contra ciudadanos ya rendidos: un crimen de lesa humanidad transmitido en vivo ante los ojos de la nación. La narcodictadura no solo ejecutó a Óscar Pérez; intentó borrar el símbolo de resistencia que encarnaba. Pero fracasaron, porque su sacrificio se convirtió en testimonio y denuncia permanente.

Hoy, los mismos que ordenaron aquella masacre pretenden revestirse de víctimas. Maduro y Cabello, verdugos de un pueblo que solo pide libertad, claman clemencia ante el cerco internacional y las sanciones que pesan sobre ellos. Invocan los mismos tratados y principios que pisotearon durante más de dos décadas de represión, asesinatos, tortura y censura. Hablan de “derechos humanos” quienes mantienen mazmorras como El Helicoide y La Tumba; quienes convirtieron las protestas cívicas en escenas de guerra y llenaron las cárceles de jóvenes, activistas y militares disidentes.

La hipocresía de estos tiranos no conoce límites. Pretenden que el mundo olvide sus crímenes, que las víctimas sean borradas del relato, que la justicia ceda ante la política. Pero la historia tiene memoria. Las pruebas están documentadas por Naciones Unidas, la Corte Penal Internacional y organizaciones de derechos humanos: ejecuciones extrajudiciales, torturas sistemáticas, desapariciones forzadas, persecución política, censura informativa y corrupción a escala nacional.

Nicolás Maduro y Diosdado Cabello no merecen piedad, merecen juicio. No merecen compasión, merecen responder ante los tribunales internacionales por cada vida que destruyeron, por cada familia que dejaron en duelo, por cada venezolano obligado al exilio. Su legado, el que les enseñó y dejó el traidor mayor, hoy felizmente difunto, es el del hambre, la represión y la impunidad.

El mundo no puede permitir que la clemencia se convierta en complicidad. La justicia internacional no olvida y la historia no absuelve a los verdugos.

Los crímenes del Junquito como tantos otros, no prescriben.

Quienes hoy imploran indulgencia son los mismos que convirtieron a Venezuela en un cementerio de sueños y libertades.

Desde la cárcel del exilio recuerdo y saco a relucir que esos miles de pruebas y soportes que reposan ante las instancias internacionales que dan fe y certeza de que todos estos crímenes, han sido cometidos por estos sinvergüenzas que ahora piden clemencia, no son letra muerta, son una realidad qué busca justicia y que desgarra a un país.

Y frente a eso, solo cabe una respuesta: ni perdón ni olvido. Justicia o con los pies hacia adelante. No hay pausa posible ante la certeza de que cada vez está más cerca el rescate de nuestra patria, seguiré activo apoyando está cruzada con MI PLUMA Y MI PALABRA 




José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 8 de noviembre de 2025

INVASIÓN GRINGA A VENEZUELA,: OTRO CUENTO CHINO DE LA NARCODICTADURA



Sabemos que la lucha entre la libertad y la opresión, entre la democracia y la tiranía, se pelea en diferentes frentes, ya con más de 25 años sometidos por unos bárbaros tenemos algo de experiencia; uno de esos campos de batalla bastante bien explotado por los desgraciados herederos del traidor mayor, hoy felizmente difunto, es la distorsión de la realidad y ha sido utilizada como arma para mantener el poder y la impunidad. 

Nuestro trabajo como personas parte del problema, narradores, comentaristas y analistas de la realidad política en nuestro país, tenemos el deber de ir con una escoba limpiando, desenmascarando y mostrando a quienes están distraídos u ofuscados por tanta miseria para que sean capaces de ver la realidad tal como es, sin la cortina de humo de la propaganda y la manipulación. A estas alturas ya deberíamos ser expertos en descifrar lo que es cierto en lo que es una pantomima de los narco actores para victimizarse cuando les conviene o para aparecer como héroes salvadores de la patria a su antojo.

Aquí les dejo una revisión exhaustiva que desenmascara cada uno de los argumentos con los que pretenden confundir a quienes todavía están atrapados en la miseria de la dádiva y la mentira.

La cúpula narcotiránica venezolana ha comenzado una narrativa desesperada: la inminente invasión de Estados Unidos para saquear sus riquezas. Esta falacia, sin embargo, se desmorona no solo por su propia inconsistencia, sino por la contundente evidencia histórica. Quienes han esquilmado o robado sistemáticamente a Venezuela son ellos, en complicidad con el régimen cubano, mientras utilizan el territorio estadounidense como vertedero de drogas y criminalidad organizada, de la mano de estructuras como el infame Tren de Aragua. Hoy la acción de líderes como Donald Trump apunta a restablecer el orden hemisférico, enfrentando de manera directa el narcocomunismo que envenena y mata a millones de ciudadanos americanos con su flujo incesante de drogas.

En el corazón de esta estrategia de agresión subyace una ideología perversamente inteligente, articulada por Fidel Castro, el padre teórico de la ética revolucionaria narcotraficante. Su máxima era clara: vender el veneno, la droga, con la que se envenenan los "gringos" para recibir a cambio el dinero que financiará la guerra contra ellos. Es una maldad envuelta en un supuesto fin noble: la destrucción de Estados Unidos. Bajo este código, la atrocidad no es tan terrible si persigue un objetivo considerado "revolucionario". Esta es la filosofía que hoy se exporta a través de los tentáculos del régimen venezolano.

¿Dónde Están las Colonias del "Imperio" Gringo?

Se nos ha repetido hasta el cansancio que Estados Unidos es un imperio insaciable con hambre de dominio mundial. Pero ¿dónde están sus colonias? Su historial de intervenciones a diferencia de los imperios tradicionales, se caracteriza por la reconstrucción y el retiro, no por la anexión y la explotación a largo plazo.

 * Japón (1945): Lo ocupa, lo reconstruye, impone una constitución pacifista y se retira. Hoy es una democracia avanzada, protegida por EE. UU sin la carga de un ejército propio.

 * Europa y el Plan Marshall: Tras la Segunda Guerra Mundial en lugar de cobrar un botín, EE. UU invirtió más de $13 mil millones de dólares de la época (el equivalente a más de $160 mil millones de hoy) con el Plan Marshall para levantar a países como Alemania, Francia e Italia. Esta ayuda nunca fue cobrada, sino donada para forjar democracias fuertes y aliadas en la OTAN.

 * Corea del Sur (1950): La defendió de la invasión comunista de Corea del Norte. Se estabilizó y hoy es una potencia tecnológica global, cuya seguridad sigue dependiendo de la presencia estadounidense.

 * Panamá (1989): Tras la invasión para capturar al narcotraficante Noriega, EE. UU se retiró. Más aún, el canal que EE. UU construyó, operó y mantuvo por casi un siglo, fue devuelto a Panamá, hoy su fuente de ingresos más importante por el precio simbólico de un dólar.

 * Colombia (Plan Colombia, 2000): Al borde del colapso, recibió una inversión que superó los $10 mil millones de dólares en ayuda para combatir el narcotráfico y estabilizar el país. Hoy Colombia mantiene su democracia y soberanía. ¿Se robaron la riqueza de Colombia? No.

Mientras la tiranía venezolana saqueaba a su propio país, la actuación de Estados Unidos, incluso en sus intervenciones más cuestionadas (República Dominicana en 1916 y 1965, Granada en 1983, Irak), ha sido consistente: liberar, estabilizar y retirarse. Hoy, naciones como Japón, Corea del Sur, Taiwán y los países de la OTAN, prosperan sin la necesidad de gastar inmensas sumas en defensa, amparados por la protección de Washington.

Mi pregunta y reflexión desde la cárcel del exilio es: ¿dónde están las colonias, la riqueza robada y los tributos forzados de los gringos? ¿Quién más en la historia reconstruye a sus enemigos, entrega canales vitales por un dólar y protege a medio planeta sin exigir más que aliados, jamás súbditos? El único saqueo que existe en Venezuela es el perpetrado por la narcodictadura que irónicamente, se benefició del auge de la industria petrolera que el propio capital americano impulsó en el siglo pasado, llevando a la Venezuela rural a la cúspide del progreso, antes de que el narcocomunismo lo arrasara todo.

No olvidemos que su única finalidad es quedarse a toda costa con el poder, no paremos de enfrentarlos, ni un segundo, yo lo hago sin pausa y siempre con MI PLUMA Y MI PALABRA 

 


José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 1 de noviembre de 2025

FIN AL CARTEL DE LOS SOLES - VENEZUELA LO EXIGE



 Venezuela se encuentra desde hace ya mucho tiempo hundida en el fango de la corrupción y la impunidad, estas plagas han carcomido las entrañas de una nación que una vez fue próspera. Haber sido saqueada por una organización narcocriminal enquistada en el poder, han devastado al país, los narcotraficantes herederos del legado del traidor mayor, hoy felizmente difunto, van dejando a su paso un rastro de muerte, miseria y retraso por lo que es necesario, impostergable y obligatorio hacer un llamado a la conciencia global, un recordatorio de que la lucha contra el narcoterrorismo no conoce fronteras. Es hora de unir fuerzas para erradicar este cáncer que amenaza con destruir no solo a Venezuela, sino a toda la región, basta de pensar que es un problema de Venezuela, sabemos que estas lacras se han aliado con lo peor de lo peor de cada movimiento terrorista del planeta y que les han entregado nuestro territorio para operaciones, para disponer de nuestras riquezas y enfrentar a su enemigo común que son los Estados Unidos de Norteamérica. 

Soy de los venezolanos que apoyan sin reservas la liquidación definitiva del Cartel de los Soles. No se trata de una posición política convencional ni de un capricho ideológico: es la conclusión inevitable tras contemplar el cadáver de lo que fue Venezuela. Este grupo de delincuentes uniformados secuestró un país entero y sus riquezas bajo el eufemismo de una "revolución bolivariana" que en realidad, ejecutó la destrucción sistemática más brutal que haya conocido una nación latinoamericana en tiempos de paz.

Las cifras son devastadoras pero necesarias para comprender la magnitud del desastre. Más de 13,000 industrias desmanteladas o destruidas. Más de 5 millones de hectáreas de tierras fértiles expropiadas o confiscadas, hoy abandonadas e improductivas, convertidas en monumentos a la incompetencia criminal. Los servicios públicos colapsados: apagones interminables, agua por tubería una vez por semana si hay suerte, telecomunicaciones del siglo pasado. Los hospitales en ruinas, sin insumos que los pacientes tienen que comprar todo, sin médicos que huyeron, sin esperanza para los enfermos. La vialidad urbana y agrícola prácticamente desaparecida, convirtiendo el transporte de personas y mercancías en una odisea medieval.

Pero la estadística más brutal, la que resume todo el horror, es esta: el salario mínimo venezolano es el más miserable del planeta, con apenas 0,6 centavos de dólar mensuales. Lean eso de nuevo. Menos de un dólar al mes. En un país que tiene las mayores reservas de petróleo del mundo. Los venezolanos ya no viven: sobreviven en una hecatombe humanitaria que tiene nombre y apellido que tiene responsables identificables, que tiene una estructura criminal perfectamente documentada.

La emigración lo dice todo: casi 10 millones de venezolanos han huido del hambre y la miseria, dispersos por el mundo como un río humano de desesperación. Es el éxodo más grande en la historia moderna de América Latina, superando crisis de guerras civiles y desastres naturales. Esto no fue un huracán ni un terremoto: fue una demolición controlada de una nación por parte de sus propios gobernantes.

El 28 de julio de 2024 marca el punto de no retorno. Ese día el régimen se robó las elecciones presidenciales con un descaro que hubiera sonrojado hasta a las peores dictaduras del siglo XX. No ganaron en ningún estado. Los militares que ejecutaron el Plan República, que fueron los custodios de las elecciones y las actas de votación, saben perfectamente que Edmundo González ganó por paliza. Tienen las pruebas en sus manos. Y aun así, con esa certeza, eligieron ser cómplices del mayor fraude electoral de nuestra historia.

Ahora estos secuestradores tienen la desfachatez de vender un nacionalismo trasnochado, acusando a Estados Unidos de querer "adueñarse de nuestras riquezas". ¿Cuáles riquezas? ¿Las que ellos saquearon? ¿Las que depositaron en bancos suizos y paraísos fiscales? ¿El petróleo que regalaron y siguen regalando a Cuba y vendieron por debajo del mercado a sus aliados mientras el pueblo moría de hambre? Este discurso antiimperialista es el último refugio de una organización narcocriminal que necesita enemigos externos para justificar su permanencia en el poder.

Porque eso es lo que son: una organización narcocriminal con uniforme militar y control estatal. Han inundado a Estados Unidos de drogas, particularmente cocaína y heroína sintética. Han exportado delincuentes, pandillas y terrorismo. Han convertido a Venezuela en un santuario para el narcotráfico, la guerrilla colombiana, Hezbollah y toda organización criminal que pague por protección. Son una amenaza existencial no solo para Venezuela, sino para la seguridad hemisférica.

Por eso más de 30 millones de venezolanos apoyamos las acciones del gobierno americano. No es entreguismo ni falta de patriotismo: es reconocer que nuestras propias instituciones fueron capturadas, que nuestra Fuerza Armada fue corrompida hasta la médula, que nuestro sistema judicial es una farsa y que la liberación debe venir de donde pueda venir. Si Donald Trump logra liberarnos de esta tiranía narcocriminal, pasará a la historia de América Latina como el líder que tuvo el coraje de extirpar la peor peste que ha azotado a la humanidad en este siglo: el narcocomunismo.

Hay quienes se escandalizarán con este llamado. Dirán que es intervencionismo, que violenta la soberanía, que establece precedentes peligrosos. A ellos les pregunto: ¿qué soberanía? ¿La de un Estado capturado por narcotraficantes? ¿La de un gobierno que perdió elecciones y se mantuvo por la fuerza? ¿La de un régimen que ha asesinado, torturado y encarcelado a su propio pueblo? La soberanía no puede ser el escudo protector de los criminales.

La historia juzgará este momento. Y cuando se escriba el capítulo final de esta tragedia venezolana, quedará claro que la liquidación del Cartel de los Soles no fue una agresión externa, sino un acto de legítima defensa hemisférica y de justicia largamente postergada. Venezuela no puede liberarse sola porque Venezuela ya no existe como Estado funcional: existe solo como territorio ocupado por una empresa criminal que se hace llamar gobierno.

Desde la cárcel del exilio hago este llamado que ya he hecho en múltiples oportunidades, llegó la hora de que la comunidad internacional entienda que la paz y la estabilidad de toda América Latina dependen de la eliminación de este cáncer. No habrá democracia, no habrá desarrollo, no habrá futuro mientras el narcocomunismo venezolano continúe operando impunemente. Millones de venezolanos, dentro y fuera del país, estamos listos para apoyar cualquier acción que nos devuelva la posibilidad de volver a vivir, no solo sobrevivir, en nuestra propia tierra. Viva Venezuela Libre. 

Tenemos todas las de ganar, no perdamos el impulso no demos tregua y sigamos sin pausa hasta vencer , lo hago y lo digo cada instante con MI PLUMA Y MI PALABRA 




José Gregorio Briceño Torrealba

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