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Siempre que se trata de expresarse acerca de los personeros del aparato represivo más feroz que ha secuestrado a un país, la narcodictadura del traidor mayor, hoy felizmente difunto, y sus detestables herederos, nos quedamos sin epítetos, sin una expresión que haga justicia a tanta porquería tanta denigración de la venezolanidad.
Ya que la justicia nacional está irremediablemente presa, se nos ha ido la vida mendigando y suplicando a la justicia internacional que haga algo para liberarnos ya para que la permanencia de individuos perversos en el poder, la corrupción y la falta de rendición de cuentas deje de ser el pan nuestro de cada día, pero no he logrado tener respuesta contundente de esas instancias.
Estamos claros y sin querer caer en lamentos, sino buscando la raíz de esta tortura a la que estamos sometidos, sabemos que su llegada al poder se dió aprovechándose de las debilidades del sistema y explotando las divisiones dentro de la sociedad. Saber de dónde vino toda esta tragedia nos servirá para trabajar en el ajuste de las futuras gestiones de gobierno hacia la construcción de instituciones sólidas, la promoción de la transparencia, la rendición de cuentas, y la protección de los derechos humanos.
La acumulación de evidencias contra Diosdado Cabello Rondón ya no puede ser ignorada ni minimizada, este azote con poder es la personificación de la crueldad. El reciente pronunciamiento del Fiscal General de Chile, Héctor Barros, representa un punto de inflexión en la comprensión internacional sobre la verdadera naturaleza criminal del narcorégimen venezolano. Al señalar directamente a Cabello como el autor intelectual y financista del secuestro y asesinato del exteniente Ronald Ojeda en territorio chileno, Barros no solo ha dado un nombre al horror, sino que ha expuesto ante el mundo la brutalidad con la que opera el “número dos” del régimen de Nicolás Maduro.
En entrevista con el canal 24 Horas, el Fiscal chileno fue contundente: En este caso en particular han surgido antecedentes de la propia investigación que van dando cuenta de que esto habría sido un encargo político del gobierno de Venezuela. Particularmente quien habría pagado y encargado este delito concretamente al Tren de Aragua apunta a Diosdado Cabello. Estas palabras no son especulaciones de un opositor político; son conclusiones de una investigación judicial seria, respaldadas por evidencias científicas, forenses y testimoniales. Barros subrayó además que la forma en que fue ejecutado el crimen es inédita en Chile y revela un trasfondo político imposible de ocultar. La colaboración entre estructuras estatales venezolanas y organizaciones criminales transnacionales como el Tren de Aragua evidencia hasta qué punto el gobierno de Maduro ha convertido al Estado en una empresa criminal. Valga recordar que estamos hablando de que Chile es un país con un gobierno pro izquierda pero en el que funciona la independencia y autonomía de los poderes.
Sin embargo, el caso Ojeda no es un hecho aislado en la trayectoria sanguinaria de Diosdado Cabello. Su historial de crímenes es extenso y escalofriante. Fue él quien ordenó al entonces jefe del SEBIN, General Gustavo Enrique González López, ejecutar la masacre del Junquito en enero de 2018, donde Oscar Pérez y su grupo fueron asesinados tras haberse rendido. Fue también el autor intelectual del asesinato del concejal Fernando Albán, quien fue arrojado desde el décimo piso de la sede del SEBIN en una burda simulación de suicidio que no engañó a nadie. González López, cabe recordar, ha sido hombre de confianza de Cabello durante años, incluso ocupando cargos en su administración cuando fue gobernador de Miranda entre 2004 y 2008. Esta red de complicidades explica la impunidad con la que operan.
El instinto criminal de Cabello no es reciente; es una constante que se remonta a sus primeros años en el poder. En 2012 yo mismo fui víctima de un atentado en un gimnasio de Maturín en donde hubieron 2 muertos. Uno de los detenidos vivía a solo cuatro casas de la residencia de la madre de Diosdado. Lo denuncié públicamente pero nadie quiso creerme entonces. Posteriormente en el 2015 y 2017, envió a funcionarios del SEBIN, bajo el mando del comisario Carlos Calderón, jefe de investigación del organismo, con la misión de secuestrarme en Costa Rica para trasladarme a Nicaragua y luego a Venezuela para tratar de callarme o silenciarme. Estos no fueron actos fortuitos, sino operaciones planificadas desde las más altas esferas del poder.
Pero la crueldad de Cabello no se limita a enemigos políticos. En el Furrial, Potrerito y pueblos circunvecinos, ordenó el asesinatos de veinte jóvenes bajo la acusación falsa de haber profanado la tumba de su madre, en un acto de venganza desproporcionada y medieval, fue tan descarada la acción policial que en la propia medicatura de el Furrial asesinaron a un joven con pistola que tenían silenciadores. En El Merey de Amana, cuatro padres de familia fueron asesinados y desaparecidos simplemente por haber entrado a cazar en una finca perteneciente a sus testaferros. Estos crímenes revelan a un hombre sin escrúpulos, capaz de cualquier atrocidad para proteger sus intereses o satisfacer su sed de control y venganza.
Los informes de Naciones Unidas son categóricos: más de diez mil venezolanos han sido asesinados por fuerzas estatales y paramilitares del régimen. Detrás de muchas de esas muertes está la sombra de Diosdado Cabello Rondón, quien ha convertido el aparato de seguridad del Estado en una maquinaria de terror. La impunidad de la que ha gozado durante décadas está comenzando a resquebrajarse gracias a la valentía de fiscales como Héctor Barros, quien afirmó sin titubeos: Nosotros perseguiremos a quien corresponda y en el país en que esté.
El pueblo venezolano ha sufrido demasiado bajo el yugo de estos criminales. Pero la historia nos enseña que los tiranos y sus cómplices por poderosos que parezcan, eventualmente enfrentan la justicia. La administración de Donald Trump ha dado señales claras de que no tolerará más la narcodictadura venezolana. La liberación de nuestra amada Venezuela está cerca. Diosdado Cabello y sus cómplices saldrán del poder, ya sea vivos o con los pies por delante pero saldrán. La justicia divina y terrenal finalmente prevalecerán.
Venezuela merece paz, libertad y justicia. Y esa justicia tiene nombres y apellidos pendientes de rendir cuentas.
Más que reflexión desde la cárcel del exilio es una súplica al Creador, tiene que llegar el momento en el que tanta impunidad en hechos tan crueles sea castigada, mi empeño está en lograrlo, en buscar justicia para tantas personas y familias destruidas por el monstruo de El Furrial.
Seguramente lo lograremos , seguimos en la tarea y yo particularmente sin pausa con MI PLUMA Y MI PALABRA
José Gregorio Briceño Torrealba
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