Hay una seria confusión con respecto al liderazgo . Es hora de reflexionar especialmente en nuestro país sobre esto. El liderazgo se construye, se evidencia con verdades, con hechos, hasta llegar a motivar y guiar a un equipo hacia planes comunes, por el otro lado de la misma moneda, la eficiencia en la gestión no tiene otra vuelta que la capacidad de lograr resultados tangibles, reales, que generen mejoras en el equipo o en el ámbito político que eleven la calidad de vida de quienes lidera.
Un líder puede atraer y tener una gran visión, pero si no tiene habilidades para gestionar y ejecutar, es un globo que se desinfla y fracasa en su misión. Así mismo hay gestores eficientes pero si no tiene habilidades de liderazgo, puede tener dificultades para motivar y guiar a su equipo.
En nuestra tierra la falta de equilibrio en este tema es común ya que la gran mayoría de los que están en el poder, herederos del traidor mayor, hoy felizmente difunto, solo se preocupan por mantenerse en él y no por el bienestar de la gente y eso se evidencia enseguida, se nota que llegaron a los cargos gracias al dedo del dueño del PSUV y eso según ellos los hacen líderes inmediatamente y para remate su gestión es tan mediocre y falta de planificación que dan grima, solo basta ver las migajas de obras y acciones de gobierno. Pura miseria.
Si no se tiene la claridad de lo que significa un cargo de representación popular o una mínima experiencia gerencial, el resultado es la inoperancia que degenera en desgracia colectiva. Menos aún aplican el sentido común y la lógica. Me refiero a la grave responsabilidad que hoy descuidan alcaldes y gobernadores en mi querida Venezuela y de manera particular en mi amado estado Monagas. A diario me llegan cientos de denuncias de casi todos los municipios pero con mayor énfasis desde el municipio Maturín, la capital. Estas voces desesperadas pintan un cuadro de abandono que clama al cielo y evidencia una administración pública desvinculada por completo de las necesidades de su pueblo. Monagas está pasando el peor momento de toda su historia en el ámbito deportivo. Es una realidad dolorosa y palpable. Los equipos de todas las disciplinas tienen que andar haciendo rifas, tómbolas y pidiendo colaboraciones para lo más básico: comprar uniformes y lo que es más indignante, los zapatos. Luego para los atletas y sus familias se inicia un nuevo viacrucis: si las competencias son en otros municipios o estados, son los padres y representantes quienes deben costear el transporte. Esto no es una simple anécdota, es un verdadero caos y una desgracia institucional que está truncando sueños y matando el futuro de nuestra juventud.
Mientras nuestros niños padecen esta miseria programada el gobernador Ernesto Luna y los alcaldes de la llamada revolución sí tienen recursos para pagar fastuosas fiestas con artistas nacionales e internacionales. Sí tienen para financiar a cada rato el transporte de sus adeptos a Caracas para ir a apoyar al ilegítimo Nicolás Maduro. Esta es la radiografía perfecta de sus prioridades: la propaganda por encima de la gente; el servilismo político por encima del servicio social.
Cuando yo fui alcalde de mi añorado Caicara en dos periodos consecutivos siempre doté de uniformes completos a los equipos del municipio y les tuve siempre garantizado el transporte a cualquier parte del país. Ese mismo compromiso se mantuvo e intensificó en mis dos periodos como gobernador del estado. Incluso instituimos un estímulo superior: en los Juegos Nacionales, todo atleta que lograra una medalla de oro y no tuviera vivienda propia, recibía una por parte del gobierno regional. Eso no era un gasto, era una inversión en el capital humano de Monagas.
Hoy la falta de conciencia y la absoluta irresponsabilidad de estos mediocres que gobiernan les impiden entender que invertir en deporte, educación y cultura es la verdadera arma para forjar una sociedad emprendedora, sana y de progreso.
Para ellos el futuro de la juventud se reduce a una anécdota pues lo único que tienen en la cabeza es la visión simple y estrecha de un "simple rancho". Gobernar es tener una visión de estado, no una mentalidad de capataz de aldea.
Cuando me empeñé apenas meses después de llegar a la gobernación en el año 2005, en construir de forma testaruda el estadio de fútbol más grande de Venezuela, enfrenté demasiados obstáculos, tropiezos y feroces críticas. Hubo quienes dijeron que era imposible, que era un sueño megalómano. Pero con la ayuda de Dios y de mi equipo de trabajo, lo logramos. Hoy ese estadio es una referencia internacional y sede permanente de la selección nacional, La Vinotinto. Es un orgullo monaguense y venezolano.
Ese estadio representa lo que se puede lograr cuando hay visión de futuro, compromiso y amor por la tierra que uno gobierna. Es la prueba tangible de que Monagas puede y merece grandeza. El estado Monagas hoy es uno de los más abandonados y olvidados de toda Venezuela. Cuando se ingresa por una de las entradas principales a la ciudad capital Maturín, se observan tremendos huecos y cráteres en la Avenida Bella Vista, justo en el cruce con la urbanización Las Cayeras, a pocos metros del Estadio Monumental. Esta imagen es una clara muestra de desidia y dejadez administrativa.
Es paradójico y doloroso: a metros de un símbolo de lo que fuimos capaces de construir, vemos el testimonio del abandono actual. Es como si el pasado glorioso y el presente miserable convivieran en un mismo espacio, recordándonos constantemente lo que perdimos y lo que debemos recuperar.
Pronto vendrán tiempos mejores. Monagas será uno de los primeros estados que serán reconstruidos cuando Venezuela recupere su rumbo. Su pueblo recibirá la atención de primera calidad que merece, como cuando vivió sus mejores momentos de gloria entre los años 2004 y 2012. Esos años no fueron casualidad: fueron el resultado de una gestión comprometida, de prioridades claras y de gobernantes que entendimos que su misión era servir, no servirse.
El deporte volverá a brillar en Monagas. Los jóvenes atletas tendrán uniformes dignos, transporte garantizado y reconocimiento a sus logros. Las calles estarán en condiciones óptimas. La infraestructura deportiva y cultural será ejemplo nacional. Porque los monaguenses no merecen menos.
Viva Venezuela Libre.
Mientras escribía esta columna y hacía mi reflexión desde la cárcel del exilio recibimos una maravillosa noticia: Venezuela y todos los demócratas del mundo celebrabamos con orgullo el 82 Premio Nobel de la Paz a Maria Corina Machado quién ha personificado todos esos valores durante una gesta coherente y firme. Es el reconocimiento a la fuerza, el coraje y la fe de un pueblo que jamás se rindió.
Este Nobel no es solo un premio, es la señal del principio del fin para la narcotiranía.
Ahora más que nunca los hechos nos dan la certeza de que estamos cerca del fin de la narcodictadura, sigamos remando todos en la misma dirección, sin pausa, yo lo hago además con la perseverancia de MI PLUMA Y MI PALABRA
José Gregorio Briceño Torrealba
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