Estamos cansados de ver cómo los tiranos narcoterroristas que usurpan el poder en mi país y han penetrado las entrañas de América toda, se convierten en caricaturas de sí mismos, insultando y luego suplicando, revelando su fragilidad creyendo que pueden sostenerse por siempre en el poder a través del miedo y la manipulación.
Nuestra cruzada por la libertad no es solo una batalla política, sino un viaje hacia la dignidad y la reconstrucción del futuro de nuestra gente retomando los valores, la familia, el trabajo y el estudio como herramientas para avanzar, construir país dejando atrás las dádivas como política de estado para mantenernos sometidos e ignorantes.
Este camino hacia la libertad y la justicia se convierte en una necesidad urgente, el régimen y sus jerarcas están sentenciados, la cuenta regresiva ha comenzado y ellos lo saben.
Resistirse es su especialidad y más aún cuando ven que su gallina de los huevos de oro se les escapa de las manos y están agotando todas las jugadas, hasta humillarse ante el mundo bajando el tono de sus atrevidos discursos.
En su usual operandi, de restar importancia a las acciones internacionales para removerlos del poder, la tiranía venezolana se burló, como siempre, cuando comenzaron los movimientos militares de Estados Unidos en el Caribe. Dijeron que era un “pote de humo” que era guerra psicológica, que eso los llenaba de “coraje”. Pero la realidad les estalló en la cara. La primera lancha procedente de Sucre fue bombardeada y el régimen, desesperado, salió con la ridiculez de que todo era un invento hecho con inteligencia artificial. A las pocas horas, quedó demostrado que sí había ocurrido.
Tan bocones, dignos herederos del bocón y traidor mayor, hoy felizmente difunto, para insultar a medio mundo pero cuando sintieron la presión real se arrugaron. Nicolás Maduro le envió una carta a Donald Trump después de que volaran la primera embarcación. Se quedaron callados hasta que un medio internacional soltó la noticia y entonces apareció la “ bella” Delcy Rodríguez publicando la misiva en la que, como buenos arrastrados, se dirigieron a Trump con un servil “Excelentísimo señor presidente”. ¿Dónde quedaron los insultos de “pelucón”, “magnate usurero” y demás payasadas? Hipócritas, farsantes y cobardes. Y por cierto, la carta, además de arrastrada, estaba escrita con una pobreza vergonzosa. Pero claro, no se puede esperar más de quienes convirtieron al país en un muladar.
La Casa Blanca no tragó el anzuelo y la respuesta fue contundente: “Esa carta está llena de mentiras y Nicolás Maduro es un fugitivo narcotraficante”. Punto.
Al día siguiente, la bomba política fue aún mayor. Donald Trump ante el pleno de la ONU, dijo lo que ningún presidente estadounidense se había atrevido a decir en 80 años de historia: “Haremos volar por los aires a todo narco que envenene a los Estados Unidos”. Y remató, con nombre y apellido: “Nicolás Maduro, jefe del Cartel de los Soles”.
Se acabaron las máscaras, ya no hay medias tintas ni comunicados diplomáticos llenos de frases vacías, el mundo escuchó que el capo venezolano no es un presidente, sino un narcotraficante señalado al más alto nivel. Eso no tiene vuelta atrás.
Aquí pensando, desde la cárcel del exilio, quien todavía crea que este régimen tiene futuro, que despierte, la sentencia ya está dictada, sólo es cuestión de tiempo y ahora el tiempo no corre a favor de Maduro, sino de un pueblo que quiere ver justicia. Así como cayó Soleimani, puede caer cualquiera que se crea intocable.
Es una realidad que la tiranía se sostiene a punta de represión, hambre y propaganda barata pero ni con todos sus fusiles, su famélica y manipulada milicia, ni con todos sus aliados criminales podrán sostenerse indefinidamente. Ya están desenmascarados, el mundo los ha identificado como lo que son: una mafia enquistada en el poder.
Los venezolanos no pedimos clemencia para quienes destruyeron la nación, lo que pedimos es libertad y justicia. Queremos recuperar a nuestra patria, verla brillar sin delincuentes en Miraflores ni narcotraficantes en el poder.
Repito: La cuenta regresiva ya empezó.
La libertad de Venezuela no es sólo un sueño, es una certeza que se acerca cada día que pasa. Estan pasando cosas minuto a minuto, el régimen criminal de Maduro perdió el control, tiene los días contados y pronto nosotros los venezolanos podremos reconstruir nuestra patria con dignidad y esperanza.
¡Venezuela será libre y la tiranía pagará caro su traición a la patria! 🇻🇪
Más cerca de reunir a las familias y de poner todo nuestro empeño y fuerzas en romper esas cadenas de miseria y corrupción, seguimos con toda la emoción de MI PLUMA Y MI PALABRA
José Gregorio Briceño Torrealba
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