El pasado 16 de los corrientes cumplí 4 años de haber tenido que dejar mi hogar, mi país y mi gente, después de resistir 10 meses y 12 días de una inclemente persecución ordenada por el gobierno de Hugo Rafael Chávez Frías y ejecutada desde todas las instituciones del poder público nacional del estado venezolano. Por cometer el que a los ojos de los narco-revolucionarios, es el peor delito contra la Revolución que es disentir y pensar en el beneficio de la comunidad y no de una trasnochada “ideología política”, si es que al descocado híbrido inventado por los castrochavinarcomaduristas con elevado tinte de adoración a la personalidad de un ser viviente, se le puede llamar ideología política. Sin embargo, aún exponiendo mi vida y la de mis familiares y demás allegados, cumplí no solo con mi conciencia, sino con el sagrado de deber de impedir que una gran mortandad, aquejara a los monaguenses.
El 4 de febrero de 2012 a causa de una fisura en una tubería del Complejo Operacional de Jusepín (al norte de Maturín) ocasionó un derrame petrolero que abarcó aproximadamente 140 Kilómetros, contaminando las aguas del Río Guarapiche del que se abastece la planta de tratamiento de agua más importante del estado.
Después del derrame de petróleo acontecido en el Golfo de México, en el Continente Americano, el derrame ocurrido en las cercanías de la ciudad de Maturín, pasó a ser el más significativo, tanto por las pérdidas materiales, como por el impacto que ha hecho al principal estuario de agua dulce de esa región y a su biodiversidad. Ocasionado por la negligencia en el mantenimiento y el desinterés manifiesto de las autoridades de la estatal petrolera que ese día se encontraban celebrando en la capital (Caracas) la asonada golpistas del 4 de Febrero de 1992.
Frente a tanta indiferencia gubernamental, siendo gobernador de Monagas me tocó asumir posiciones que salvaguardaran la salud pública de los habitantes de la región, a pesar de la resistencia del gobierno pues ello suponía reconocer su inoperancia. Según expertos en la materia, la contaminación del Río Guarapiche podría traer como consecuencia, además del ecocidio, un genocidio de más de 100.000 mil personas, si se permitía el consumo de agua contaminada con petróleo, ya que el petróleo tiene 46 componente tóxicos, de los cuales 16 son venenosos y potencialmente mortales al consumo humano.
La mortandad se produciría ya que aguas abajo del descomunal derrame están ubicadas las toma de los acueductos que surten a Maturín y sus alrededores, y ante esta real tragedia obviamente me opuse firmemente a la orden de mantener encendida la Planta de Tratamiento del bajo Guarapiche y de San Vicente y suspendí el suministro de agua contaminada a la población. Eso desató la furia al Presidente de República, el Intergaláctico Hugo Chávez, (que la eternidad lo tenga en el rincón más rojo del infierno) pues mi posición, suponía un desprestigio para la industria petrolera P.D.V.S.A ante el mundo. Sí, aunque parezca increíble, a la Revolución “Socialista” del Siglo XXI, es decir a Chávez, no le importaba que pudieran morir centenares de personas con tal de defender el "buen nombre de la principal industria del estado venezolano". Indudablemente, ese día cayeron irremediablemente todos aquellos valores que en algún momento, como líder político humanista e incluyente, pude haber compartido con el partido de gobierno. Sin embargo, asumí el reto de rectificar y defender a la población que dependía de una decisión férrea para proteger sus sagrados derechos y garantías a la salud y a la vida.
No fue fácil resistir la furia de los embates que con saña y violencia me envió Hugo Chávez y su camarilla. Dos días después del derrame fui víctima de un atentado en donde fallecieron uno de mis escoltas y uno de los delincuentes; pocos días después asaltaron la Policía del Estado Monagas y le arrebataron ese cuerpo de seguridad a los monaguenses para ponerla al servicio de la “Revolución” (hoy confirmada que es una Revolución Narcótica) utilizando para ello tanques militares, y allanamientos a instituciones regionales sin orden judicial; escuadrones del SEBIN (Policía política) y del DIM (policía militar) detuvieron a varios directores de la Gobernación sin ninguna orden de aprehensión y mantuvieron un acoso y una persecución férrea y constante de todos los movimientos que como ciudadano y gobernador, realizaba. No contento con haber hecho un patético show con el ministro de Ambiente y el presidente de PDVSA, haber salido en pleno la directiva del PSUV expulsándome de sus filas, completó su ira deseándome lo peor en cadena nacional… “el Gato Briceño se convertirá en polvo cósmico”... O sea cenizas lo que indiscutiblemente se traduce en deseos de muerte para mí. Lo irónico de eso es que ya es polvo quien me lo deseó.
Así las cosas, y para informar al pueblo lo sucedido y mi decisión frente a los hechos sucedidos, inicié en toda la geografía del estado, un recorrido, Las Cruzadas, en las que había que sortear cualquier cantidad de escollos y trabas impuestas -directa o solapadamente- por el ejecutivo nacional. Pero a pesar de las presiones que ejercieron para que renunciara, no abandoné el cargo. Armado de coraje y dignidad, con fe en Dios y en mi pueblo, cumplí mi mandato hasta el último día para el cual fui re-electo, sin renunciar a mi compromiso enfrentando una lucha asimétrica, pero cuerpo a cuerpo y dando la cara como buen hijo del glorioso y amado pueblo de Caicara de Maturín, que fue mi ejemplo de valentía al luchar contra la penúltima dictadura militar del siglo XX, y que sacrificó la cuarta parte de sus hombres, al perder la vida luchando por la democracia.
Al culminar el mandato y luego de las mil y una triquiñuelas electorales que hicieron para imponer a una paracaidista para hacerse de la gobernación, pues necesitaban a un aliado narcocomplaciente en la región, no tuve más opción que salir en forzoso exilio en busca de nuevas fortalezas para volver al frente de batalla. El exilio, lejos de ser como dicen mis detractores y enemigos, sinónimo de riqueza y buena vida, es sinónimo de lucha, de trabajo duro, de sacrificios, de soledad, de tristeza, de templanza, de supervivencia, de pérdida de las libertades… es un destierro y aunque el pueblo Costarricense, me ha acogido con amor fraterno, mi corazón y mi espíritu se turba con cada dolor, con cada atropello y con cada pesar de mis nacionales. Pero mi lucha sigue y seguirá inagotable, al punto que estando lejos de la patria he sido víctima de 2 intentos de secuestro por policías del narcoregimen venezolano que han ingresado de manera clandestina en Costa Rica para acabar con lo que queda del Gato Briceño.
Extraño a mi patria, extraño la jovialidad y la hermandad de mis conciudadanos, extraño mi hogar como lo extrañan los millones de venezolanos que se han visto forzados a abandonar sus vidas por el vil acoso del estado forajido en el que los narcobandoleros que gobiernan, han convertido a Venezuela. En estas fechas decembrinas, tiempo de adviento, de esperanza y de unión familiar, mi nostalgia aumenta. Siento un hondo dolor en el pecho por no poder estar en mi tierra amada, excluido, perseguido, amenazado, calumniado, traicionado e indefenso. Exilio es sinónimo de nostalgia, tristeza, mucha desazón por no poder caminar por conocidos pateaderos, no caminar el pueblo y saludar a mi gente de siempre, es no mirar los paisajes que llenan mis ojos de infancia, juventud y recuerdos.
Esos momentos de añoranza me entristecen, pero no me desaniman, por el contrario, me da más coraje para seguir luchando por el rescate de mi Venezuela querida. Sé que vienen momentos duros, momentos tan difíciles como los que atraviesan naciones en guerra o tragedias naturales pero confío en que el Niño Dios nos traerá para el nuevo la fortaleza, la valentía y los cojones para decir BASTA YA DE ATROPELLOS.
Deseo que en esta Navidad, Dios ilumine los hogares venezolanos y traiga de retorno la paz y la democracia que nos robaron. Desde aquí, con todo mi amor, celebraré la llegada del nuevo año, honraré mis tradiciones con parrandas y aguinaldos y con especial sentimiento, acompañaré en mi corazón a todos los Caicareños en su ancestral Fiesta del Mono.
Con esta columna me despido por este año, volveremos a esta tribuna el próximo 15 de enero del 2017 para seguir dando la pelea con lo único que me queda MI PLUMA y MI PALABRA.
¡Dios Bendiga a Venezuela!
José Gregorio Briceño Torrealba
“El Gato” Briceño.
Twitter:
@josegbricenot