Informacion

Ex-alcalde, Constituyentista, ex-diputado AN, y ex-gobernador del Estado Monagas. Luchador incansable por el rescate de la democracia en mi patria VENEZUELA.

sábado, 4 de octubre de 2025

TRAIDORES DEL ALTO MANDO MILITAR - NO TIENEN PERDÓN 


El contrasentido en el que se encuentra la lealtad militar en Venezuela es un tema que nos vuela los tapones, nos saca de quicio, esta asqueante clase de oficiales que pisotean las leyes y son militantes activos en las filas del Partido Socialista Unido de Venezuela, la pandilla heredera del traidor mayor, hoy felizmente difunto, que han sido beneficiados y acallados con cargos, contratos, concesiones y más, han sido parte activa de la destrucción de nuestro país y han contribuido a socavar la democracia hemisférica. Todo un currículum de terror. 

En otra época el estamento militar fue pilar fundamental en la defensa de la soberanía venezolana, hoy, los miembros del alto mando están siendo investigados y buscados con recompensa por su cabeza, por su complicidad con el narcorégimen que ha sido acusado de violar los derechos humanos y desconocer el resultado de elecciones. Los cambios recientes en el alto mando militar venezolano sugieren un tambaleo del poder, eso no es más que la renovación y refrescamiento del grupo de traidores que deshonran su juramento y asumen la lealtad ciega en lugar de la defensa de la nación y sus ciudadanos.

Ver en redes sociales a miembros del alto mando militar venezolano defendiendo a Nicolás Maduro como presidente legítimo es un espectáculo que sobrepasa lo vomitivo y se adentra en lo patético. Nos enfrentamos a la imagen de seres que habiendo jurado defender la Constitución y la patria, se arrastran en una sumisión reptiliana, despojándose de todo valor y honor. Estos mismos hombres egresaron de una academia que en teoría, forja carácter y principios. Hoy son el vivo ejemplo de su más absoluta negación.

La traición adquiere una dimensión más obscena cuando recordamos su rol en el proceso electoral. Ellos fueron los administradores del Plan República, tuvieron en sus manos las actas que evidenciaron de manera irrefutable, el aplastante triunfo de Edmundo González Urrutia el pasado 28 de julio. Esos documentos que recorrían el país de punta a punta, mostraban una realidad incontestable: Maduro no ganó en ningún estado y para mayor escarnio, fue derrotado de manera contundente incluso en los mismos centros de votación militar. Saben que es una farsa y aun así, prestan su uniforme para validarla.

Con una vileza que solo nace de la cobardía, ahora se permiten denigrar públicamente a los líderes de la voluntad popular. Se refieren a Edmundo González con el infantil y asqueroso apodo de "el inmundo" y atacan a María Corina Machado con la miseria moral de quien sabe que ha perdido la batalla de las ideas. Insultan porque no pueden debatir; descalifican porque no pueden convencer.

A esta afrenta a la voluntad popular se suma una ilegitimidad de origen. La Constitución venezolana es taxativa: para ser Presidente de la República se requiere ser venezolano por nacimiento y sin otra nacionalidad. Nicolás Maduro, de público conocimiento, es colombiano por nacimiento. Este no es un dato menor; es la base legal que desmorona toda la fachada de legitimidad que el régimen y sus secuaces militares intentan construir.

Frente a este cuadro de usurpación y crimen es necesario e imprescindible redoblar el apoyo a la acción libertaria emprendida por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Su gobierno ha dado un paso crucial al dirigir sus esfuerzos contra lo que ya es reconocido internacionalmente como una organización narcocriminal que tiene secuestrada a nuestra patria. No son meras acusaciones; todas las evidencias, grabaciones, fotografías, filmaciones y testimonios reposan de manera formal en la Corte Federal del Distrito Sur de Nueva York, esperando el día de la justicia.

Mientras tanto esa cúpula militar sigue sumida en su negacionismo delirante. Tienen la desfachatez de negar que los "narcosobrinos" condenados por narcotráfico sean presentados como ejemplos a seguir para la juventud. ¿En qué universo paralelo vive este alto mando? Su complicidad los ha cegado hasta el punto de normalizar lo que cualquier sociedad decente rechazaría con horror.

Al final solo Dios sabrá cuál será el destino de esta cúpula militar de anormales. La historia, sin embargo ya los tiene juzgados. Desde la cárcel del exilio pienso que a esas piltrafas vestidas de verde  les importa poco, pero serán recordados no como soldados, sino como los verdugos de la libertad de su propio pueblo, como la guardia pretoriana de una tiranía que todo lo corrompe. Su legado no serán medallas ni glorias, sino el oprobio eterno de haber traicionado a Venezuela en su hora más crucial. 

Ustedes milicos, están ostentando charreteras teñidas de sangre y obtenidas a costillas del dolor de miles de familias que han perdido a sus hijos luchando por lo que ustedes han debido defenderlos, no merecen perdón por tanto agravio a la patria.

Pronto vendrán nuevas tropas, jóvenes criados en un país libre y de allí saldrán oficiales comprometidos con sus deber, no lo dudemos, sigamos despejando el horizonte, yo lo hago sin pausa con MI PLUMA Y MI PALABRA 



José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 27 de septiembre de 2025

MADURO SENTENCIADO: LA TIRANÍA EN CUENTA REGRESIVA 


Estamos cansados de ver cómo los tiranos narcoterroristas que usurpan el poder en mi país y han penetrado las entrañas de América toda, se convierten en caricaturas de sí mismos, insultando y luego suplicando, revelando su fragilidad  creyendo que pueden sostenerse por siempre en el poder a través del miedo y la manipulación. 

Nuestra cruzada por la libertad no es solo una batalla política, sino un viaje hacia la dignidad y la reconstrucción del futuro de nuestra gente retomando los valores, la familia, el trabajo y el estudio como herramientas para avanzar, construir país dejando atrás las dádivas como política de estado para mantenernos sometidos e ignorantes. 

Este camino hacia la libertad y la justicia se convierte en una necesidad urgente, el régimen y sus jerarcas están sentenciados, la cuenta regresiva ha comenzado y ellos lo saben.

Resistirse es su especialidad y más aún cuando ven que su gallina de los huevos de oro se les escapa de las manos y están agotando todas las jugadas, hasta humillarse ante el mundo bajando el tono de sus atrevidos discursos.

En su usual modus operandi, de restar importancia a las acciones internacionales para removerlos del poder, la tiranía venezolana se burló, como siempre, cuando comenzaron los movimientos militares de Estados Unidos en el Caribe. Dijeron que era un “pote de humo” que era guerra psicológica, que eso los llenaba de “coraje”. Pero la realidad les estalló en la cara. La primera lancha procedente de Sucre fue bombardeada y el régimen, desesperado, salió con la ridiculez de que todo era un invento hecho con inteligencia artificial. A las pocas horas, quedó demostrado que sí había ocurrido.

Tan bocones, dignos herederos del bocón y traidor mayor, hoy felizmente difunto, para insultar a medio mundo pero cuando sintieron la presión real se arrugaron. Nicolás Maduro le envió una carta a Donald Trump después de que volaran la primera embarcación. Se quedaron callados hasta que un medio internacional soltó la noticia y entonces apareció la “ bella” Delcy Rodríguez publicando la misiva en la que, como buenos arrastrados, se dirigieron a Trump con un servil “Excelentísimo señor presidente”. ¿Dónde quedaron los insultos de “pelucón”, “magnate usurero” y demás payasadas? Hipócritas, farsantes y cobardes. Y por cierto, la carta, además de arrastrada, estaba escrita con una pobreza vergonzosa. Pero claro, no se puede esperar más de quienes convirtieron al país en un muladar.

La Casa Blanca no tragó el anzuelo y la respuesta fue contundente: “Esa carta está llena de mentiras y Nicolás Maduro es un fugitivo narcotraficante”. Punto.

Al día siguiente, la bomba política fue aún mayor. Donald Trump ante el pleno de la ONU, dijo lo que ningún presidente estadounidense se había atrevido a decir en 80 años de historia: “Haremos volar por los aires a todo narco que envenene a los Estados Unidos”. Y remató, con nombre y apellido: “Nicolás Maduro, jefe del Cartel de los Soles”.

Se acabaron las máscaras, ya no hay medias tintas ni comunicados diplomáticos llenos de frases vacías, el mundo escuchó que el capo venezolano no es un presidente, sino un narcotraficante señalado al más alto nivel. Eso no tiene vuelta atrás.

Aquí pensando, desde la cárcel del exilio, quien todavía crea que este régimen tiene futuro, que despierte, la sentencia ya está dictada, sólo es cuestión de tiempo y ahora el tiempo no corre a favor de Maduro, sino de un pueblo que quiere ver justicia. Así como cayó Soleimani, puede caer cualquiera que se crea intocable.

Es una realidad que la tiranía se sostiene a punta de represión, hambre y propaganda barata pero ni con todos sus fusiles, su famélica y manipulada milicia, ni con todos sus aliados criminales podrán sostenerse indefinidamente. Ya están desenmascarados, el mundo los ha identificado como lo que son: una mafia enquistada en el poder.

Los venezolanos no pedimos clemencia para quienes destruyeron la nación, lo que pedimos es libertad y justicia. Queremos recuperar a nuestra patria, verla brillar sin delincuentes en Miraflores ni narcotraficantes en el poder.

Repito: La cuenta regresiva ya empezó.

La libertad de Venezuela no es sólo un sueño, es una certeza que se acerca cada día que pasa. Estan pasando cosas minuto a minuto, el régimen criminal de Maduro perdió el control, tiene los días contados y pronto nosotros los venezolanos podremos reconstruir nuestra patria con dignidad y esperanza.

¡Venezuela será libre y la tiranía pagará caro su traición a la patria! 🇻🇪

Más cerca de reunir a las familias y de poner todo nuestro empeño y fuerzas en romper esas cadenas de miseria y corrupción, seguimos con toda la emoción de MI PLUMA Y MI PALABRA 



José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 20 de septiembre de 2025

CÁRTEL DE LOS SOLES: PODER Y CRIMEN EN AMÉRICA LATINA


Lo hemos venido diciendo desde hace mucho tiempo, no había que ser adivino, ni especialista en geopolítica, el malandraje que usurpa el poder en Venezuela, comenzando hace 26 años con el traidor mayor a la patria, hoy felizmente difunto y sus herederos tenía una misión de traspasar fronteras y llevar, disfrazada de bazofia revolucionaria, a cada rincón de América Latina, el rostro del crimen organizado para  luego penetrar en América del Norte con su negocio principal: el narcotráfico y esto recién ha sido entendido a nivel internacional. Ya no son solo bandas clandestinas, el peligro acecha disfrazado de instituciones, de gobiernos que son cómplices, algunos por su indiferencia y otros activamente involucrados en avanzar con la corrupción y expandir su influencia sin fronteras claras. En este modelo narcoterrorista lo político y lo criminal se entrelazan con una facilidad espeluznante, donde la impunidad se convierte en el lenguaje común de quienes manejan los hilos del poder. La amenaza ya no es solo la droga que cruza fronteras; es un estado convertido en herramienta del crimen, con penetración en todas las instancias, hasta en las más incorruptibles hasta ahora como en la Corte Penal Internacional y disfrazados de instituciones por lo que pocos se atreven a cuestionar o enfrentar. Y lo más temido es que aunque suene exagerado, la libertad de los pueblos está en jaque. Parecía banal y poco importante darle oficialmente el calificativo de  organización terrorista al Cártel de los Soles, pero ha sido clave para la acción que se requiere ya que es un desafío que va más allá de la lucha contra el narcotráfico; es una batalla por la justicia en la región.

El eje central del poder del Cártel de los Soles no es únicamente la cocaína. No se trata simplemente de una lancha interceptada en el Caribe con droga, aunque ese sea parte de su negocio. Lo que hace a este cartel el más peligroso del continente es que tiene en sus manos un Estado. Esa es la verdadera dimensión de la amenaza. Mientras los carteles mexicanos, colombianos o ecuatorianos operan desde la clandestinidad y en permanente confrontación con la institucionalidad de sus países, el Cártel de los Soles dio un paso más: capturó al Estado venezolano y lo puso al servicio del crimen organizado.

Se cumple paso a paso aquel vaticinio que hacía el capo mayor quien autoriza cada cargamento de droga que sale de Venezuela, Diosdado Cabello Rondón, cuando se sonreía y decía ante la acción del tren de Aragua en Perú y Chile: "tranquilos que por ahora es una brisita pero pronto se convertirá en un huracán bolivariano que llegará a toda la patria grande de América". Esta mafia planificada controla instituciones, recursos y territorios con una impunidad total. Incluso dispone de embajadores en casi todo el mundo y un asiento en Naciones Unidas, lo que le da una fachada de legitimidad que ninguna otra organización criminal posee.

La presencia abierta de la guerrilla colombiana, ELN y disidencias de las FARC en varios estados de Venezuela, confirma cómo se borraron las fronteras entre lo político y lo criminal. El país se convirtió en una organización criminal en sí misma. Allí está el punto medular: no es un cartel escondido en las sombras, sino un poder político que se disfraza de gobierno.

Por eso cuando hablamos de la lucha contra el Cártel de los Soles, debemos entender que no se trata de incautar cargamentos de droga ni de arrestar a algunos de sus operadores. La verdadera estrategia debe enfocarse en arrebatarles el control del Estado venezolano por las buenas o por las malas. Hay que quitarles el poder político, la representación diplomática, la fuerza militar y el aparato institucional que hoy utilizan para expandir el crimen organizado en América Latina. De lo contrario, lo que se avecina es la multiplicación de la influencia política de estas mafias en toda la región.

Esta semana, la posición de Washington fue contundente. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, declaró: “No nos detendremos ante nada para defender nuestra patria y nuestros ciudadanos. Los rastrearemos, los mataremos y desmantelaremos sus redes en todo nuestro hemisferio, en los momentos y lugares que elijamos”. Acto seguido, el secretario de Estado, Marco Rubio, remató: “Nuestro gobierno no permitirá que un cártel se haga pasar por un gobierno en nuestro propio hemisferio”. Más claro no canta un gallo dijeran en mi amado pueblo de Caicara.

Las palabras son claras: el hemisferio no puede aceptar que el crimen organizado se revista de soberanía. En el caso venezolano, no hablamos de un cartel que desafía al Estado, sino de un cartel que es el Estado. Y si ese modelo se consolida, América Latina enfrentará un futuro donde la política y el crimen serán la misma cosa, si no se tumban o se masacran, será la América del crimen organizado.

La libertad de Venezuela, por tanto, está atada a un desenlace inminente. La decisión de Estados Unidos de no reconocer como legítimo a un cartel disfrazado de gobierno abre una ventana de esperanza. Desde la cárcel del exilio hago seguimiento, analizo y aumento mi Fe en Dios: la liberación de la patria está muy cerca, lo sé porque ya el daño está muy avanzado en otros países y los que aún no han sido dañados están poniendo sus barbas en remojo. Sigamos empujando y remando hacia la ruta de la libertad. Sigo con MI PLUMA Y MI PALABRA. Viva Venezuela Libre.



José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 13 de septiembre de 2025

TROPA HAMBREADA- GENERALES EN BANQUETES


Las contradicciones y paradojas están a la orden del día en la Venezuela actual y para ser justos con nuestra historia, es un tema que genera profunda reflexión. Un país que además de ser rico en recursos y con una historia patria épica, grandiosa, llena de logros para las aspiraciones soberanas de un continente entero, con héroes patriotas reales, se encuentra hoy envuelto en una narrativa muy contradictoria y vergonzosa. Por una parte, estos ineptos, cobardes que nos oprimen, proclaman ideales de independencia y resistencia; por otro, la realidad muestra un panorama devastador y un descontento generalizado. La alharaca de un poderío militar y una postura desafiante, contrasta con una evidente fragilidad y descomposición interna en las instancias militares, ni hablar de la cobardía y discurso descocado en el que estos degenerados, herederos del traidor mayor, hoy felizmente difunto, llevan las palabras para un lado y las acciones caminan hacia el extremo opuesto, generando un clima de incertidumbre y expectación a pesar de que sabemos, conocemos a estos personajes tragicómicos y su irrespeto y odio por los venezolanos. Estos entramados de delincuencia que han afectado irremediablemente los asuntos políticos y sociales que desdibujan, tergiversan la realidad  y nos han traído a este punto, no son tonteria, por más jocoso que parezca el usurpador cucuteño, su capitán hallaca y hasta el gobernador de Monagas "armado hasta los dientes" a quienes les llega a sonar un triquitraki al lado y se infartan, aunado a toda esa paja y falsedades con la que aparecen degañitandose, para luego caer en el ridículo de invitar al diálogo a los Estados Unidos en un falso tono conciliador.

En este fatuo contexto, Maduro anunció con bombos y platillos el pasado jueves el “Plan Independencia 200”. El detalle es que las fuerzas militares están famélicas, con hambre real, no de gloria, no tienen asistencia médica y sus sueldos son miserables, tienen a sus familias viviendo de las dádivas con gorgojos que les lanza el "gobierno". Los equipos militares son piezas de museo y los pocos que funcionan parecen utilería de una película mala de los años 80. Aún así, salen prepotentes desafiando al ejército más poderoso del mundo como el estadounidense.

Lo incomprensible es que todavía haya quienes quieran inmolarse por los mismos delincuentes que destrozaron un país entero. Se trata de defender a un extranjero solicitado por la justicia internacional por narcotraficante y terrorista, quien ostenta además la recompensa más elevada en la historia de Estados Unidos sobre su cabeza. Esa “gran batalla” que prometen será como el enfrentamiento entre un tigre y un burro amarrado en Miraflores, aunque, claro está, el burro jura ser Napoleón en versión tropical.

Porque nada dice “independencia” como soldados sin botas, tanques que no encienden y generales obesos dictando órdenes desde un banquete. La realidad supera cualquier sátira: un régimen que habla de soberanía mientras mendiga petróleo iraní, que proclama resistencia antiimperialista mientras sus hijos viven en Miami y que anuncia planes militares grandiosos con un ejército que hace cola para el desayuno en los comedores populares.

El espectáculo resulta tan patético como peligroso, la grandilocuencia de quienes han convertido a Venezuela en un estado fallido no conoce límites, hablan de independencia quienes han entregado el país a potencias extranjeras, de dignidad quienes han sumido al pueblo en la miseria más abyecta, de resistencia quienes huyen ante la primera señal de peligro real.

Mientras tanto, el pueblo venezolano observa con una mezcla de incredulidad y hartazgo esta nueva farsa a sabiendas de que es eso, un teatro de terror.

La realidad afuera es que hay un posible ataque, sea tipo extracción o como sea y hay un importante número de países que avalan esto para desmantelar al cártel de los Soles como organización terrorista que es, hasta hoy estos gobiernos han dado un paso al frente y consideran por encima de todo que es necesario el ataque al narcoterrorismo que pone en peligro a sus naciones;  Ecuador, Paraguay, Argentina, Trinidad y Tobago, Perú, República Dominicana, Guyana, la Unión Europea con sus 27 países están claros en que la lucha es justa en defensa de la región.

Desde la cárcel del exilio espero con ansias la libertad de la patria de la forma que sea y lo vuelvo a repetir: no creo que a estas alturas, después de ese gran movimiento armamentístico en el Caribe por parte de Estados Unidos, quede mucho margen para estas bravuconadas de opereta que tienen montadas los traidores más grandes a nuestra legítima y decorosa historia de libertad.

La historia juzgará con severidad a quienes confundieron el patriotismo con el servilismo, la resistencia con la terquedad y la independencia con la autodestrucción. Porque cuando se pierde completamente el sentido del ridículo, solo queda esperar que la realidad, inexorable, termine por imponerse sobre la fantasía más delirante.

Los exhorto a seguir enfrentando a esta peste, sin pausa , lo hago con pasión con MI PLUMA Y MI PALABRA


José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 6 de septiembre de 2025

OPERACIÓN CARTEL DE LOS SOLES : FIN DE LA IMPUNIDAD


Hoy más que nunca, es importante, una de mis intenciones reiterativas a través de estos escritos semanales, entender lo que está pasando en Venezuela, un país al que el traidor mayor a la patria, hoy felizmente difunto y sus miserables herederos han convertido en un vergonzoso narcoestado. Se trata de cómo el poder político de estos  malhechores ha involucrado el narcotráfico entrelazandolo de una manera tan estructural que ha arrastrado al pueblo a una crisis profunda normalizando situaciones aberrantes en el día a día de nuestra gente. Desde mantener en zozobra los sectores populares con los tristemente célebres cuadrantes del terror, bandas criminales, colectivos que han tomado el control de comunidades enteras, aprovechándose de la corrupción, complicidad y obvia inacción de quienes están usurpando el poder. Lo más importante a estas alturas es el despertar de la comunidad internacional ya que no es juego, no es una pataleta de los opositores venezolanos y no solo afecta a Venezuela, sino que tiene repercusiones en toda América Latina. La reciente intervención en destrucción de algunos alijos de drogas luego de la categorización como red criminal, nos deja claro que ya no se puede seguir ignorando este problema. Se hace evidente e impostergable el compromiso fuerte y sostenido para combatir el narcotráfico y la corrupción. La historia está escribiendose, no podemos permitir que esté llena de borrones y más vergüenza sobre nuestra Venezuela.

En el marco de estas acciones liberadoras, el pasado martes, Estados Unidos ejecutó una operación contundente contra una embarcación venezolana en aguas del Caribe que transportaba drogas y miembros del Tren de Aragua, resultando 11 personas fallecidas. Esta acción demostró la firmeza y letalidad con que el gobierno estadounidense está dispuesto a actuar contra las organizaciones criminales transnacionales. El presidente Donald Trump, afirmó que operan bajo el control directo de Nicolás Maduro y están vinculadas al narcotráfico, la trata de personas y redes internacionales de terrorismo. La operación marca un punto de inflexión en la estrategia estadounidense frente al narcoestado venezolano, enviando un mensaje inequívoco: la era de la impunidad para estas organizaciones criminales ha llegado a su fin.

La reacción de los secuestradores del poder en Venezuela, encabezados por Nicolás Maduro, fue tan predecible como patética. Su primera línea de defensa consistió en afirmar que el video presentado por el gobierno estadounidense había sido fabricado mediante inteligencia artificial, calificando toda la operación como una “mentira mediática”. Esta respuesta desesperada reflejó la incapacidad del régimen para enfrentar la evidencia abrumadora de sus nexos con el crimen organizado.

Sin embargo, la realidad tiene la costumbre de imponerse sobre la propaganda, no habían transcurrido 24 horas cuando los propios medios de comunicación venezolanos comenzaron a confirmar, punto por punto, todos los detalles comunicados por Washington. Los hechos eran incontrovertibles: la embarcación había partido efectivamente del pueblo de San Juan de Unare, en el estado Sucre, transportaba 11 personas, contaba con cuatro motores fuera de borda y estaba cargada de sustancias estupefacientes. Un detalle adicional confirmó la veracidad de los hechos y expuso la torpeza de la negación oficial: la embarcación llevaba instalado un dispositivo GPS por parte de su propietario y quien la tripulaba era el hijo del dueño de la nave. Cuando la noticia se hizo pública, los habitantes del pueblo pudieron constatar que efectivamente se trataba de la embarcación local, pues el dispositivo de rastreo había desaparecido junto con la nave hundida.

San Juan de Unare no es un lugar cualquiera en la geografía del terror que caracteriza a la Venezuela actual. Este pueblo costero del estado Sucre representa uno de los casos más dramáticos de cómo el crimen organizado ha logrado apoderarse de territorios completos con la complicidad o inacción del Estado venezolano.

En 2018, la banda criminal conocida como el Tren de Aragua irrumpió violentamente en San Juan de Unare y perpetró una masacre que estremeció incluso los parámetros de violencia acostumbrados en Venezuela: asesinaron a sangre fría a 78 hombres del pueblo. Desde entonces, esta localidad vive bajo el yugo de la organización criminal, convertida en una base de operaciones para el tráfico de drogas, armas y personas hacia el Caribe y Estados Unidos.

La transformación de San Juan de Unare ilustra perfectamente el modus operandi del Tren de Aragua: tomar control territorial mediante el terror, establecer rutas de narcotráfico y operar con total impunidad bajo la protección de estructuras estatales corruptas. Este pueblo costero se convirtió en un puerto de salida estratégico para el tráfico internacional de drogas, aprovechando su ubicación geográfica privilegiada frente al mar Caribe. La actuación del gobierno estadounidense expone ante la comunidad internacional una realidad que muchos prefieren ignorar por conveniencia política: Venezuela no es simplemente un país con problemas de gobernabilidad, sino un narcoestado donde organizaciones criminales como el Tren de Aragua operan bajo la protección directa del Cartel de los Soles, la estructura militar-criminal que controla el negocio de las drogas desde las más altas esferas del poder.

Esta simbiosis entre crimen organizado y poder político no es casual ni accidental. Es el resultado de una estrategia deliberada donde el régimen de Maduro ha encontrado en el narcotráfico una fuente de financiamiento y control social. El Tren de Aragua no es simplemente una banda criminal más; es un brazo armado informal del régimen que cumple funciones de control territorial y represión social en zonas donde el Estado formalmente no puede o no quiere actuar directamente. ¿Quién puede negar a estas alturas que en los pueblos costeros del estado Sucre mandan las bandas delictivas protegidas por el Cartel de los Soles? ¿Quién desconoce que los caños y ríos del sur del estado Monagas están bajo el control absoluto de Diosdado Cabello y su hermano, constituyendo las rutas principales por las cuales salen cientos de miles de kilogramos de cocaína hacia el Océano Atlántico con la complicidad gubernamental directa y sistemática? La evidencia de esta red criminal es abrumadora y está a la vista de cualquiera que se atreva a investigar. Prácticamente todas las fincas y propiedades que colindan con estos caños fluviales han sido adquiridas por testaferros y prestanombres de la cúpula criminal que gobierna Venezuela. Estas propiedades no son inversiones inmobiliarias; son infraestructura logística para el narcotráfico, desde donde se coordinan las salidas de drogas hacia mercados internacionales.

Para entender completamente el fenómeno del narcotráfico venezolano, es fundamental analizar su matriz ideológica: la filosofía de la droga desarrollada y promovida por Fidel Castro desde La Habana. Esta doctrina criminal no surgió de la nada; fue cuidadosamente elaborada y exportada como parte de la estrategia cubana de desestabilización continental.

Castro, ese arquitecto del mal en Latinoamérica, fue el teórico de lo que él mismo denominó la “ética revolucionaria narcotraficante”. Su lógica perversa era tan simple como devastadora: vender cocaína y otras drogas a los estadounidenses para envenenar su sociedad desde adentro, recibiendo a cambio los dólares necesarios para financiar la lucha armada contra Estados Unidos y sus aliados en la región.

Se trata de una teoría diabólicamente inteligente, típica del dictador cubano, donde se justifica una maldad absoluta mediante la invocación de un supuesto fin noble. En este caso, el fin “revolucionario” sería la destrucción del sistema capitalista occidental, y por tanto, la maldad intrínseca del narcotráfico se relativiza y hasta se enaltece cuando persigue este objetivo “superior”.

Castro inventó y perfeccionó esta tesis a principios de los años ochenta del siglo pasado, precisamente cuando comenzaba a tornarse cada vez más difícil y costoso el financiamiento directo desde Moscú para las guerras de liberación nacional que Cuba promovía fuera de sus fronteras, disfrazadas de “misiones internacionalistas”. El colapso económico de la Unión Soviética obligó a La Habana a buscar fuentes alternativas de financiamiento para su proyecto expansionista y el narcotráfico se reveló como la solución perfecta. Esta filosofía criminal no se quedó en Cuba. Fue sistemáticamente exportada a través de las redes de inteligencia cubana hacia movimientos guerrilleros y organizaciones criminales de toda América Latina. Las FARC colombianas fueron los primeros y más exitosos estudiantes de esta escuela criminal pero no los únicos.

El régimen venezolano de Hugo Chávez y posteriormente Nicolás Maduro adoptó esta doctrina con entusiasmo, perfeccionándola y adaptándola a las realidades del siglo XXI. Lo que en Cuba era una estrategia de supervivencia económica disfrazada de resistencia anti-imperialista, en Venezuela se convirtió en el modelo de negocio fundamental del Estado.

Señores, la operación estadounidense en el Caribe no es solamente una acción militar exitosa contra una embarcación cargada de drogas, es un mensaje histórico que marca el fin de una era de tolerancia hacia los narcoestados que operan bajo la fachada del antiimperialismo revolucionario. Durante décadas, regímenes como el cubano y el venezolano han logrado escudarse tras la retórica de la soberanía nacional y la resistencia antiimperialista para proteger sus redes criminales internacionales. La operación del pasado martes demuestra que esta estrategia ha llegado a su fin: cuando los estados fallan en controlar a las organizaciones criminales, o peor aún, cuando las protegen y las utilizan como instrumentos de política exterior, la comunidad internacional tiene el derecho y el deber de actuar. El hundimiento de esa embarcación en aguas del Caribe hundió también, simbólicamente, las pretensiones del narcorégimen venezolano de seguir operando con impunidad en el crimen transnacional. Mi reflexión desde la cárcel del exilio es más de realidad que de fe, es el comienzo del fin para un modelo criminal que ha causado sufrimiento indescriptible no solo al pueblo venezolano, sino a toda América Latina. La historia juzgará este momento como el punto de inflexión donde la comunidad democrática internacional decidió que la tolerancia hacia los narcoestados disfrazados de gobiernos revolucionarios había llegado definitivamente a su fin.

Mis fuerzas están repotenciadas, sigo empujando hacia la libertad, con más ánimo y con MI PLUMA Y MI PALABRA 


José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 30 de agosto de 2025

PATRIOTAS COOPERANTES HAN CANTADO- CAPOS DELATADOS


El escenario que estamos presenciando en mi país es el resultado de la búsqueda incansable que han hecho un ejército de víctimas y aliados a nuestra causa, de rescatar la democracia, mostrando pruebas del abuso sistemático contra los venezolanos para demostrar la verdad que ha sido desdibujada con un sinfín de mentiras fabricadas segundo a segundo por el traidor mayor, hoy felizmente difunto, y sus degenerados herederos. 

Hoy, gracias a ese trabajo sin desmayo de tanta gente que no ha perdido la confianza en la justicia, vemos emocionados  la decadencia de un poder que durante años ha oprimido a nuestra gente, a nosotros, los 9 millones que estamos en el exilio y a los que aún permanecen dentro del país. Estamos viendo con el asombro del que aún no lo cree, cómo un régimen que se presenta siempre como invulnerable, empoderado, está en realidad, en su agonía, sus últimos respiros. Y es que las revelaciones de sus antiguos aliados cambian la imagen de fortaleza que han intentado construir, dejando al descubierto el ya consabido entramado de corrupción y complicidad que ha destruido la vida de millones. A medida que estos testimonios se han sumado, se revela la fragilidad de un "liderazgo" que se soportaba en complicidad a cambio de beneficios del poder mientras que, desde hace años, sus propios compinches se convierten en delatores. Llegó el momento en el que las pruebas, la constancia y la fuerza de la verdad desenmascaran a esta banda delictiva que ha mantenido a flote a un gobierno en crisis. Ya no tienen ni siquiera fuerza política para manipular al pueblo, está bueno ya de pedirle solidaridad y al mismo tiempo oprimirlo sin compasión. 

El llamado que hizo la semana pasada el capo de Nicolás Maduro al pueblo venezolano de “alistarse para defender la patria” no tuvo eco y fue tan cínico que afirmó que había sido un gran éxito el llamado del alistamiento de los milicianos, pero fue tan evidente el fracaso que los cuarteles y las plazas Bolívar estaban desérticas y tuvo que volver hacer el llamado este fin de semana.

No le quedó otra salida que enarbolar un nacionalismo tan falso que no se lo cree ni él mismo, recordemos que es colombiano, no es más que una narrativa desesperada de cazabobos. Los que ejercemos la función de columnistas de opinión y manejamos las redes sociales con audiencias de cientos de miles de seguidores, tenemos el deber patriótico y ético de desmontar esta farsa con objetividad, rigor y mucha pedagogía.

La justicia internacional ha ido cerrando meticulosamente el cerco sobre el régimen de Maduro y aquí viene lo más devastador para su credibilidad: las pruebas más contundentes no han venido de la oposición política, sino de sus propios colaboradores más cercanos, de quienes fueron su círculo íntimo de confianza.

La lista de traidores o mejor dicho, de quienes finalmente dijeron la verdad es inmensa, abrumadora y demoledora. Vale la pena destacar que estos delatores han dicho la verdad contra el régimen pues en sus fechorías fueron atrapados por la justicia, algunos de ellos son:

Los sobrinos delatores: Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas, sangre de su sangre, lo delataron sin piedad. Fueron sentenciados a 18 años por tráfico de drogas en Estados Unidos el 14 de diciembre de 2017, aunque solo cumplieron 6 años y 11 meses de cárcel. El mensaje fue claro: hablar tiene sus beneficios.

Alex Saab, el testaferro cantor: Su socio clave y testaferro entregó evidencias que los vinculan directamente con el narcotráfico. El hombre que maneja las finanzas sucias del régimen decidió salvar su pellejo contando todo lo que sabía. Por cierto, son tan ilusos de su lealtad, que ahora mismo es ministro de la dictadura.

Leamsy Salazar, el guardaespalda confesor: El exguardaespalda de Hugo Chávez quien conocía los secretos más íntimos del poder chavista, aportó su testimonio demoledor ante la justicia estadounidense.

Alejandro “el tuerto” Andrade quien pasó de ser guardaespaldas de Hugo Chávez a poseer decenas de casas, autos, caballos y relojes de lujo. Fue tesorero nacional y fue condenado en Estados Unidos a 10 años de cárcel por lavado de dinero, obviamente una pena rebajada por la maravillosa información que facilitó.

El general Rafael Isea, ministro, gobernador, diputado de Chávez  se convirtió en un testigo protegido de la DEA estadounidense cuando comenzó a proveer de información sobre el tráfico de drogas y el blanqueo de capitales.

El general que cantó : Cliver Antonio Alcalá Cordones, quien fue edecán de Chávez y pieza clave del engranaje militar, confesó ante la justicia americana y fue sentenciado a 21 años de cárcel .Cuando los generales hablan, el régimen tiembla.

Pero quien terminó de hundir definitivamente la nave con pruebas irrefutables fue el propio "socio mayoritario": Hugo “El Pollo” Carvajal Barrios, ex jefe de inteligencia militar venezolana. El pasado 25 de junio se declaró culpable por narcoterrorismo y su sentencia será dictada el 29 de octubre de este año. Esperamos que sea cadena perpetua.

Este personaje tiene un lugar especial en mi historia personal. Fue uno de los responsables de hacer sufrir a mi amada madre durante varios meses, colocándole patrullas al frente de su casa y haciéndole llamadas telefónicas de terror después de mi salida del país el 17 de diciembre de 2012. La misma persecución la aplicó contra mi hermano, quien ejercía como alcalde hasta 2013. Que ahora sea él quien los delate tiene un sabor agridulce: justicia poética en su máxima expresión.

Ante este alud devastador de testimonios y evidencias que brotan desde el mismísimo corazón del chavismo, la pregunta es inevitable e incómoda: ¿Cómo puede aún haber ciudadanos que, con toda esta información disponible, sigan defendiendo y apoyando a una estructura criminal acusada de narcoterrorismo?

No hablamos de rumores de pasillo o teorías conspirativas de la oposición. Hablamos de confesiones bajo juramento de quienes fueron sus colaboradores más cercanos, de quienes conocían cada detalle de la operación criminal.

La lealtad política es comprensible, incluso respetable en muchos casos. Pero la ignorancia voluntaria frente a hechos comprobados es otra cosa muy distinta: es complicidad moral. Es increíblemente atrevido, por no decir patético, vil, seguir negando una realidad que hasta sus más allegados colaboradores se han encargado de exponer ante tribunales internacionales.

Señores, desde la cárcel del exilio pienso y analizo que quienes aún defienden lo indefendible no son víctimas de la desinformación: son cómplices conscientes de un proyecto criminal que ya no puede esconderse detrás de discursos patrióticos vacíos, con mucha razón los denominan, los gorgojeros.

El nacionalismo de cartón de Maduro se desmorona cuando son sus propios generales, sobrinos, testaferros y guardaespaldas quienes cantan la verdad ante la justicia. No hay spin mediático que pueda tapar esta realidad: el Madurismo es un proyecto criminal desenmascarado por sus propios protagonistas.

La historia los juzgará pero mientras tanto, los ciudadanos de bien tenemos el deber de llamar a las cosas por su nombre: crimen organizado disfrazado de revolución, narcoterrorismo maquillado de patriotismo.

La verdad siempre sale a la luz, especialmente cuando son los propios criminales quienes la confiesan, haberlos declarado organización de tráfico de drogas internacional e identificado a los cabecillas era la formalidad necesaria para que junto con esas pruebas irrefutables exista la justificación de atacarlos hasta exterminarlos.

No hay vuelta atrás, ni hay chance para detenernos en la opinión de irresponsables antipatria, seguimos sin pausa y apoyado en MI PLUMA Y MI PALABRA 



José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 23 de agosto de 2025

POR LOS CUATRO COSTADOS - NO TIENEN ESCAPATORIA


Definitivamente la estabilidad y la perdurabilidad de un sistema de gobierno dependen de su capacidad para aceptar y gestionar las diferencias, la diversidad de opiniones y la disidencia.  Es justo reconocer y aprender después de más de 2 décadas de dictadura pura y salvaje, que los partidos políticos se esmeran solamente en promover  la polarización y la intolerancia, es su objetivo, por eso, como parte del examen de conciencia que hago pensando en cómo lograr formas de gobierno que promuevan la inclusión, la tolerancia y el respeto por la discrepancia, busco ese equilibrio.   

Para América Latina es urgente especialmente el logro de un sistema que se sostenga en el tiempo, debe ser capaz de absorber y procesar las críticas y las objeciones, sin caer en la imposición ni en la persecución de quienes piensan diferente, Durante los últimos 20 años hemos visto como la mayoría de los países de nuestra región han tenido un sinfín de intermitencias entre los intentos de comunismo y la democracia, siendo Cuba, Nicaragua y Venezuela los que llegaron a profundizar el más perverso de los sistemas de gobierno basado en la represión la barbarie, el malvivir y la destrucción. Solo así podremos construir una sociedad más parecida a los países del norte de Europa con una gestión más justa, más equitativa y más perdurable, lo que le genera estabilidad de todo tipo a su sociedad, estaría nuestra gente mucho más tranquila para invertir, para estudiar, para hacer una vida sin sobresaltos extraordinarios como los  que vive cada venezolano aquí desde hace mucho tiempo, ya que sólo le preocupa sobrevivir. Reflexiono sobre esto visto que nuestros vecinos países aliados del narcoterrorismo ven suficientes señales de que sus socios están peor de lo que ellos pensaban, que de un día para otro parecen no estar tan alineados con tanta barbarie. 

Llegan momentos en los que prefieren marcar distancia y evitar ser metidos en el mismo saco por los organismos internacionales y no quieren verse involucrados en los mega chanchullos de esta saga heredera del traidor mayor, hoy felizmente difunto. 

En el caso de nuestros vecinos más fraternos, no hay lugar a dudas de que el ex guerrillero y actual presidente de Colombia, Gustavo Petro, se ha convertido en uno de los principales aliados políticos del narcoterrorista Nicolás Maduro, pero por lo que vemos, es de la boca para afuera. En estos días una jugada de este parásito bueno para nada sorprendió a propios y extraños, ya que Petro afirmó recientemente que varios grupos de la guerrilla colombiana están operando dentro de Venezuela con la complicidad de quienes hoy usurpan el poder en Caracas. Se trata de una declaración contundente que deja al descubierto, una vez más, la podredumbre del narcoregimen chavista y la red criminal que mantiene secuestrada a nuestra amada Venezuela.

La noche del pasado martes, durante una reunión del Consejo de Ministros en Bogotá, Petro insistió en su denuncia sobre la presencia activa de la Segunda Marquetalia y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en territorio venezolano. En un tono inusual para quien ha tendido puentes con el chavismo, señaló: “Diosdado dice que en Venezuela no están, sí están. Lo que he hecho es invitarlos a sacarlos, coordinando”. Con estas palabras, el presidente colombiano desmintió directamente al narcocapo ministro de represión y asesinatos, Diosdado Cabello, quien horas antes había intentado desestimar las acusaciones asegurando que “nuestras fronteras están resguardadas al extremo” vaya que ironía.

Pero Petro fue más allá. En un gesto que podría interpretarse como presión política, habló de una eventual salida de Nicolás Maduro del poder: “Yo voy a pasar aquí, Maduro va a pasar, cualquiera que sea el año, El mío está fijado por la Constitución, nosotros nos vamos el 6 de agosto, el 7 ya salimos de aquí”. Aunque ambiguas, estas frases han sido interpretadas como un reconocimiento de que la narcotiranía atraviesa un ciclo de desgaste que tarde o temprano llegará a su fin.

Mientras tanto, esa misma noche del martes, un hecho inusual encendió las alarmas en Venezuela y generó especulación política y militar. El avión presidencial de Nicolás Maduro, matrícula VCV3502 de Conviasa, despegó con destino a La Habana, Cuba, pero tras realizar un extraño recorrido en círculos terminó regresando inesperadamente al Aeropuerto Internacional de Maiquetía.

El incidente monitoreado por observadores de tráfico aéreo, abrió de inmediato un abanico de interrogantes: ¿Se arrepintió Maduro en pleno vuelo? ¿La aeronave fue obligada a retornar por protocolos de seguridad? ¿Se trató de una prueba de radares por parte del Comando Sur de Estados Unidos? La falta de información oficial no hizo sino alimentar las teorías. Algunos analistas lo interpretan como una maniobra de seguridad ante el temor de un ataque o una interceptación; otros lo asocian con el creciente cerco diplomático y militar que enfrenta la narcotirania en el plano internacional.

Lo cierto es que la coincidencia entre las declaraciones de Petro y el extraño episodio del avión presidencial deja claro que el tablero político de la región se está moviendo. El chavismo, pese a sus intentos de mostrarse sólido, atraviesa una etapa de incertidumbre que combina presiones externas, fracturas internas y un rechazo popular inocultable.

Desde la cárcel del exilio estoy convencido de que la historia enseña que los regímenes autoritarios suelen desmoronarse cuando menos se espera. Y aunque nadie puede predecir la fecha exacta, lo que sí está claro es que Venezuela está viviendo un reacomodo de fuerzas que, en última instancia, podría abrir la puerta a un nuevo ciclo político. Lo importante es que, poco a poco, comienzan a suceder cosas que juegan a favor de la libertad.

Como todo comunista sus incoherencias nunca faltan, la semana pasada Petro afirmó que Maduro tendría el apoyo militar de Colombia en caso de una intervención militar de los EE.UU en Venezuela pero, son más los hechos de rechazo hacia su pana cucuteño ya que el ministro de Interior colombiano, Armando Benedetti, negó este miércoles que exista algún tipo de acuerdo de cooperación militar con el régimen de Nicolás Maduro y Petro no ha abierto la boca.

Durante una comparecencia de control político en la Comisión de Ordenamiento Territorial del Congreso, Benedetti fue enfático: "Quiero dejar claro (...) aquí no hay nada, ningún acuerdo militar. Ni siquiera de cooperación conjunta militar. No hay absolutamente rastro de que haya evidencia de que eso sucede". El culillo es libre, dejaron solo al capo de Maduro y su pandilla.

Paralelamente a todo esto sabemos que la movilización militar de los EE.UU hacia las costas venezolanas tiene un costo muy elevado para la economía de los Estados Unidos de Norteamérica y soy de los venezolanos que cree ciegamente que no se derrocha ese costo para ejercer amedrentamiento, los tumbarán y atraparán de cualquier forma o salen con los pies hacia delante, será cuestión de tiempo y paciencia.

Esta partida de ajedrez tiene al narcochavismo amenazado por los cuatro costados, falta poco para el jaque mate  que nos traiga la libertad y la alegría de poder reconstruir nuestro terruño amado.

Sin bajar la guardia ni dar todo por hecho seguimos, sin pausa atacandolos y haciendo lo posible por arrancarlos del poder con acciones y con MI PLUMA Y MI PALABRA.


José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 16 de agosto de 2025

POR AIRE, MAR Y TIERRA-  EL FIN DEL CARTEL DE LOS SOLES 

¿Creen ustedes estimados lectores que hemos estado antes más cerca de la desesperanza total?, es cierto que sentimos que la incredulidad y los fracasos anteriores parecen haber agotado todas las posibilidades de lograr la salida de los herederos del traidor mayor, hoy felizmente difunto y la liberación de Venezuela; por todo esto me surge una pregunta fundamental que sacude todo ese pesar: ¿puede esta catástrofe ser a la vez causa y detonante de un cambio profundo? Creo en eso. Hemos denunciado hasta el cansancio que se trata de una organización criminal trasnacional y actualmente luego de este reconocimiento oficial de que se trata de una organización criminal trasnacional, será lo que marque el comienzo de una nueva etapa en la lucha contra este narcorégimen usurpador del poder.

Pero no solo las circunstancias han cambiado, también nosotros hemos cambiado; los que hemos padecido la opresión, hemos caído tantas veces que estamos más fuertes, hemos crecido, hemos aprendido y hemos encontrado nuevas formas de resistencia, de denuncia con propósito. Ya no somos los mismos que éramos ayer, y eso nos da una nueva perspectiva, una nueva fuerza y una nueva determinación.  La verdad que nos mantiene de pie es que la opción que tenemos si abandonamos, es perder la patria para siempre y eso no es realmente una opción. 

El pasado martes, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, ha lanzado una de las declaraciones más contundentes contra el régimen de Nicolás Maduro desde que asumió el cargo. En una entrevista radial que marca un claro cambio de tono en la política exterior estadounidense, Rubio no solo calificó al gobierno venezolano como una dictadura, sino que fue más allá: lo definió como un cartel narcoterrorista que debe ser enfrentado con algo más que recompensas.

Las palabras de Rubio no son mera retórica política, reflejan una realidad que muchos analistas han señalado durante años: Venezuela bajo Maduro ha dejado de ser un estado fallido para convertirse en un narcoestado controlado por organizaciones criminales. Hay que tratarlos como lo que son,  no es un gobierno, ni una dictadura en sí misma, sino un cártel de la droga.

Esta caracterización no es cualquier vaina desde mi punto de vista, es fundamental porque implica un cambio radical en el enfoque diplomático. Ya no estamos hablando de negociar con un gobierno autoritario, sino de enfrentar una organización criminal trasnacional que ha secuestrado un territorio soberano para sus operaciones ilícitas y nos abre un abanico de esperanzas a los venezolanos.

Rubio fue específico al identificar al Cartel de los Soles como la estructura que realmente controla Venezuela. Esta organización, dirigida por altos mandos militares, ha transformado las instituciones del Estado en herramientas del narcotráfico. Maduro es el jefe de una organización logística dedicada al tráfico de drogas, explicó el funcionario estadounidense, añadiendo que básicamente permiten a los narcotraficantes no solo transportar drogas a través de Venezuela, sino hacerlo utilizando instalaciones militares.

Esta descripción revela la magnitud de la corrupción institucional en Venezuela. No se trata de funcionarios corruptos que facilitan el tráfico de drogas; es todo el aparato estatal venezolano funcionando como una empresa criminal. Puedo afirmar cómo el hermano de Diosdado Cabello (José David) designa a los jefes de los aeropuertos, puertos, bases militares y fronteras venezolanas para facilitar el tráfico del narcotráfico internacional y son hasta descarados y ahora están asustados.

Venezuela se ha convertido en el epicentro de una red criminal que abarca todo el hemisferio occidental. Desde el territorio venezolano se coordinan operaciones que llevan drogas y violencia desde Suramérica hasta Estados Unidos, pasando por Centroamérica y México.

El impacto directo de esta situación en Estados Unidos. Están inundando con veneno (Drogas) todos los días, destruyendo vidas estadounidenses, destrozando familias y arrasando comunidades, esa fue la estrategia de Fidel Castro, es el teórico de la ética revolucionaria narcotraficante: venderle el perico con el que se envenenan los gringos, recibiendo a cambio el dinero con el que financiarás el combate contra los gringos. Una teoría perversamente inteligente, dicho sea de paso, porque era una de esas cosas de Fidel, donde se sustenta una maldad con un fin noble según su visión retorcida. En este caso, el fin noble es la destrucción de los EEUU. La maldad no es tan mala si persigue un fin “revolucionario”.

Las palabras de Marco Rubio marcan un punto de inflexión en la percepción internacional del régimen de Maduro. Ya no se trata solo de denunciar violaciones a los derechos humanos o irregularidades electorales, sino de reconocer que Venezuela ha sido capturada por organizaciones criminales que representan una amenaza directa a la seguridad hemisférica.

El gobierno de Estados Unidos no está diciendo sólo palabras en voz alta, estas están acompañadas de hechos, justamente en esta semana ha hecho un despliegue excepcional de 4.000 infantes de Marina y marineros en las aguas que rodean América Latina y el Caribe como parte de una iniciativa intensificada para combatir los cárteles de la droga. 

La pregunta ahora es si esta nueva caracterización o nombre apropiado según la realidad a esa banda de narcotraficantes se traducirá en acciones concretas y si la comunidad internacional estará dispuesta a acompañar a Estados Unidos en un enfoque más agresivo contra la narcotirania venezolana. Lo que es claro es que, según el diagnóstico de Rubio, las medidas tradicionales han fracasado y es hora de enfrentar al régimen de Maduro como lo que realmente es: una organización criminal trasnacional que ha secuestrado un país entero. Desde la cárcel del exilio no me cansaré de escribirlo: es la oportunidad histórica de que Venezuela sea libre y debemos de apoyar todas las acciones y decisiones del gobierno americano entre ellas, la intervención militar. No lo vean como un simple deseo de alguien que está desesperado por liberar a nuestra patria, entiéndanlo como una necesidad real que debe convertirse en un hecho concreto. Hermanos venezolanos, se vislumbra allí cerquita, por aire, mar y tierra se está gestando la libertad, para regresar y construir condiciones para la prosperidad de todos, seguimos en la tarea, sin desmayar, sin pausa y con MI PLUMA Y MI PALABRA  



José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 9 de agosto de 2025

DROGAS Y TERRORISMO : EL NARCOESTADO CHAVISTA

Es bien sabido que en la actualidad vivimos en un mundo donde todo está conectado, lo que sucede en un país puede impactar rápidamente a sus vecinos y más allá; si durante los años en los que se dieron los movimientos de independencia en nuestra América   rápidamente se propagó la información y se generó el efecto dominó sin tener medios de comunicación como los de hoy en día, obviamente en el presente al segundo nos informamos de todo lo que está sucediendo al otro lado del planeta. Venezuela es un claro ejemplo de esto, lo que comenzó como un problema interno ha crecido hasta convertirse en una amenaza real para la estabilidad de toda la región. La situación se ha vuelto crítica, con un gobierno que ha militarizado la política y ha forjado lazos con los más nefastos grupos criminales, lo que ha llevado a más de 9 millones de personas a huir en busca de una vida mejor. Esto no es solo una crisis humanitaria; es un desafío que afecta a todos, desde la economía hasta la seguridad en países cercanos. La razón de ser de estos escritos que hago semana a semana no es informar que descubrí la pólvora, sino una invitación permanente y repetitiva a mirar de cerca lo que está pasando y a entender por qué es tan urgente actuar ante esta realidad, para así proteger el futuro de toda América Latina. La plaga conformada por el traidor mayor, hoy felizmente difunto, los chulos del Caribe-léase los hermanos Castro Ruz-, y los herederos que hoy usurpan y secuestran el poder, debe ser sacada de cuajo como decimos popularmente, desde la raíz porque ya estamos sufriendo las consecuencias de haber minimizado la importancia o el nivel de malandraje que lograron exportar estas lacras.

La reciente Conferencia de Líderes de Infanterías de Marina de las Américas (MLAC) 2025, celebrada esta semana en Washington DC, ha puesto sobre la mesa una realidad que ya no puede ignorarse: Venezuela se ha convertido en una amenaza tangible para la estabilidad regional. Las declaraciones del teniente general Leonard F. Anderson, comandante de la Fuerza Sur de la Infantería de Marina de Estados Unidos, no dejan lugar a dudas sobre la percepción que tiene la comunidad internacional del narcorégimen de Nicolás Maduro.

“Estoy seguro que los países vecinos de Venezuela verían al Ejército venezolano como una amenaza en la región, no es una nación estable” declaró Anderson desde la capital estadounidense. Estas palabras, pronunciadas ante representantes de más de veinte naciones de las Américas y otras regiones, confirman lo que muchos analistas han venido señalando durante años: la narcotirania venezolana representa un peligro latente para la paz hemisférica.

La conferencia MLAC 2025 no es un evento menor. Se trata de un foro donde se discuten los temas más críticos de seguridad y cooperación naval en la región y que Venezuela sea señalada específicamente como una amenaza regional habla de la gravedad de la situación actual.

El narcoregimen de Maduro ha convertido la desestabilización regional en una verdadera política de Estado. La crisis migratoria venezolana que ha expulsado a más de 9 millones de hermanos, ha generado presiones extraordinarias sobre los sistemas de salud, educación y seguridad de países vecinos como Colombia, Ecuador, Perú y Brasil. Esta diáspora forzada no es un fenómeno natural, sino el resultado directo de las políticas represivas y la destrucción sistemática de la economía venezolana.

Pero la amenaza va más allá de la crisis humanitaria. El régimen venezolano ha establecido vínculos documentados con grupos criminales transnacionales, incluyendo carteles de drogas colombianos y redes de tráfico de armas. La transformación de Venezuela en un narcoestado ha creado un corredor criminal que afecta toda la región, facilitando el tránsito de drogas hacia Estados Unidos y Europa, mientras genera violencia y corrupción en su paso.

Las Fuerzas Armadas venezolanas, otrora profesionales y respetadas, han sido transformadas en el brazo armado del partido PSUV.

El régimen ha polarizado a la sociedad venezolana, creando grupos paramilitares como los “colectivos” que operan con impunidad tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales.

Esta militarización se extiende a la política exterior venezolana. El régimen ha utilizado sus fuerzas militares para realizar provocaciones en las fronteras con Colombia y Guyana, ha enviado asesores militares a países aliados como Nicaragua y Cuba y ha establecido bases de operaciones que sirven como plataformas para actividades desestabilizadoras en toda la región.

La amenaza de la tiranía venezolana se amplifica por sus alianzas con otros regímenes autoritarios. La presencia militar rusa en territorio venezolano, incluyendo bombarderos estratégicos y asesores militares, convierte a Venezuela en una plataforma para la proyección de poder extra-hemisférico que desafía directamente la estabilidad regional y los intereses de seguridad hemisférica.

Igualmente preocupante es la creciente presencia de china en Venezuela, no solo en términos económicos sino también en capacidades de vigilancia y control social que pueden ser exportadas a otros países de la región. Esta transferencia de tecnología represiva representa una amenaza a largo plazo para la democracia en las Américas.

Las declaraciones del teniente general Anderson en la conferencia MLAC 2025 reflejan un consenso creciente en la comunidad internacional sobre la necesidad de abordar la amenaza venezolana de manera coordinada y decidida. Ya no se trata simplemente de una crisis interna venezolana, sino de un problema de seguridad hemisférica que requiere una respuesta multilateral.

La estabilidad regional depende de que la comunidad internacional reconozca la realidad de la amenaza que representa la narcotiranía venezolana y actúe en consecuencia. El régimen de Maduro no solo ha destruido a Venezuela desde adentro, sino que ha convertido al país en una plataforma para la desestabilización regional.

La conferencia de Washington DC debe servir como punto de partida para una estrategia regional coordinada que aborde no sólo los síntomas de la crisis venezolana, sino sus causas estructurales. La amenaza que representa la narcotiranía de Maduro para la estabilidad hemisférica exige una respuesta proporcional y sostenida de parte de todas las democracias de la región.

No hay mucho que  analizar desde la cárcel del exilio, el reconocimiento oficial por parte de la Marina de Estados Unidos de que Venezuela representa una amenaza regional marca un punto de inflexión importante, no hay otra opción  para la comunidad internacional que actuar con la urgencia que esta amenaza merece, antes de que la desestabilización venezolana alcance un punto de no retorno para toda la región.

Saben ustedes queridos lectores que soy de los venezolanos que levanto las dos manos por una intervención muy puntual (QUIRÚRGICA) para liberar a Venezuela y deje de ser el eje del mal, destruyendo a las nuevas generaciones con las drogas y una amenaza para el hemisferio; ahora más que nunca  luego de que se aumentara en estas últimas horas  a  50 millones de dólares por la captura de Nicolás Maduro, quien desplazó a jefes terroristas y del narcotráfico en la lista de los más buscados por EEUU

Según el medio InfoBae la cifra, inédita en el programa “Rewards for Justice”, refuerza la postura de Washington al considerar al dictador venezolano una prioridad estratégica en el combate a redes criminales internacionales.  Para luego, es tarde, les acompaño en todo lo que haga falta para arrancarlos, desaparecerlos y comenzar con la resiembra, sanear los campos, las fábricas, la infraestructura de un país que tiene para aportar a la región mucho más y mejores cosas que esa escoria que lamentablemente aún nos oprime. Falta menos, seguimos sin pausa y muchos brios con mi PLUMA Y MI PALABRA 



José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 2 de agosto de 2025

CUENTA REGRESIVA PARA EL CARTEL DE LOS SOLES - ATENTOS CAPOS MADURO Y CABELLO

Este indeseable narcorégimen que oprime a mi país, se siente tan sobrado, que jamás ha considerado que su suerte puede cambiar de la noche a la mañana, sobre todo cuando se profundiza la investigación y se descubren las conexiones turbias entre los que están en el poder y el crímen organizado. A veces nos desesperamos por la lentitud en la acción hacia la salida de esta plaga, pero no han sido en vano las declaraciones y testificaciones de sus cómplices que han sido detenidos o de algunos otros que se han entregado a las autoridades internacionales, cada vez más las piezas de este rompecabezas maligno están encajando y todas coinciden señalando a los cabecillas de esta lamentable planificación de la destrucción de un país para beneficiarse solo ellos, ideada desde la mente desquiciada y ambiciosa de los parásitos del Caribe, los Castro Ruz, ejecutada por el traidor mayor, hoy felizmente difunto y perpetuada por sus lacayos herederos quienes la han perfeccionado logrando aliarse a todo el terrorismo Internacional entregando nuestras riquezas a cambio de protección . Mientras tanto, el resto del mundo está pendiente de lo que pasa, y las decisiones que se toman, es como si estuviéramos en una cuenta regresiva hacia un desenlace que puede cambiarlo todo.

Hace apenas diez días, el Departamento de Estado de los Estados Unidos informó algo que muchos venezolanos sabíamos pero que ahora tiene el peso de una declaración oficial: el llamado Cártel de los Soles, una estructura criminal vinculada directamente con las más altas esferas del poder en Venezuela, colabora activamente con organizaciones criminales transnacionales como el Cártel de Sinaloa (México) y el Tren de Aragua (Venezuela). Ambas han sido recientemente catalogadas como organizaciones terroristas por Washington.

La gravedad de esta designación no puede ser subestimada. Por primera vez, el gobierno estadounidense ha etiquetado a un entramado criminal dirigido desde el Palacio de Miraflores como organización terrorista. Y eso cambia por completo las reglas del juego. Esta clasificación no es simbólica: abre la puerta para que las agencias de inteligencia y operaciones especiales de EE. UU. actúen extraterritorialmente contra quienes sean considerados responsables, estén donde estén. Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López ya no son solo figuras del chavismo; son objetivos señalados en una lista que autoriza acciones quirúrgicas, incluso letales, si fuese necesario: o sea, ya tienen licencia para matarlos con ese estatus en cualquier parte del mundo como sucedió con Osama bin Laden, Qasem Soleimani ex ministro de la defensa Iraní.

La administración del presidente Donald Trump quien regresó a la Casa Blanca tras su victoria electoral, ha dejado claro que no permitirá que el régimen de Maduro siga exportando crimen, drogas y violencia a suelo estadounidense. En apenas siete meses de gobierno, ya se han producido acciones más contundentes que durante años completos de administraciones anteriores. Y aún faltan tres años y medio. Soy de los venezolanos que cree con mucho optimismo, que estos delincuentes no saldrán ilesos del juicio de la historia, ni del brazo largo de la justicia internacional.

Esta semana, la DEA (Administración de Control de Drogas de EE. UU.) reactivó la campaña de recompensas que ofrece hasta 25 millones de dólares por información que lleve a la captura de Nicolás Maduro y de sus principales operadores: Diosdado Cabello, considerado el número dos del chavismo y el general Vladimir Padrino López, figura clave en la permanencia del régimen gracias a su control militar.

Desde Escocia, durante una visita reciente, el presidente Trump fue aún más directo: acusó al régimen de Maduro de actuar de forma “cruel” y de seguir enviando drogas y migrantes irregulares hacia la frontera sur de los Estados Unidos. “Tenemos al régimen de Nicolás Maduro actuando de una manera muy desagradable. Están enviando y siguen enviando a nuestra frontera a personas que rechazamos. Venezuela sigue enviando drogas a nuestro país. Han sido muy crueles y no podemos permitir que eso suceda”, dijo el mandatario.

Pero no solo Trump ha sido enfático. El secretario de Estado, Marco Rubio, una de las voces más activas en la política estadounidense sobre Venezuela, reafirmó esta semana que Maduro no es el presidente legítimo del país y que su régimen carece de legalidad democrática. Estas palabras llegan en un momento clave, a un año de los comicios fraudulentos de 2024 y con un país en ruinas, sin Estado de derecho ni libertades políticas.

Todo esto no es poca cosa. No se trata de rumores, ni de declaraciones sueltas: estamos presenciando la consolidación de una narrativa y una política exterior que apunta a responsabilizar de forma directa y sin medias tintas, al régimen chavista por sus vínculos con el crimen organizado internacional y el terrorismo. Reflexionó desde la cárcel del exilio, los próximos meses serán claves, el mensaje de Estados Unidos parece claro: no se trata de si actuarán, sino de cuándo y cómo. Suceden además cosas repentinas y favorecedoras a nuestra causa como que la Sala de Apelaciones de la Corte Penal Internacional (CPI) ordenó este viernes pasado al fiscal Karim Khan que se aparte del caso sobre la situación de derechos humanos en Venezuela por posible conflicto de interés, en lo personal pienso que todo suma y aporta hacia un desenlace liberador para nuestra amada patria.

Tengo la firme convicción de que el final de esta historia se está acercando y que quienes hoy oprimen y saquean a Venezuela saldrán, más temprano que tarde, con los pies por delante. Hermanos venezolanos, el final está cerca. Confiemos en el proceso, el trabajo de todos cuenta, con constancia y sin perder el ánimo, vamos grano a grano, poco a poco con mucha fe acompaño esta cruzada atacandolos sin pausa, con MI PLUMA Y MI PALABRA.




José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 26 de julio de 2025

MALTRATO A EDUCADORES-POLÍTICA DE ESTADO

"Los educadores se desprenden de todo cuanto tienen y cuánto saben, porque su misión es esa: dar"

                            Elena Poniatowska


Quien a estas alturas no sepa que el narcorégimen no da puntada sin dedal, es porque no conoce al monstruo que nos oprime, el maltrato y ataque permanente a toda la población y especialmente a los profesionales en Venezuela no es un hecho aislado; cada paso es una pieza clave en un rompecabezas mucho más grande que busca mantener al pueblo en la ignorancia y la desesperanza. 

No les conviene, están claros sobre la importancia de acallar y bloquear la construcción de una sociedad libre pensadora, por eso su política es crear un ambiente de miedo y opresión para desmotivar a los diferentes gremios. Los actores principales de la dictadura, herederos del traidor mayor, hoy felizmente difunto que ostentan un título universitario, lo han utilizado para destruir, desmantelar y hacer daño en todos los niveles de nuestra sociedad. 

Es una política de estado, la desgracia se sigue profundizando en contra de los funcionarios públicos venezolanos, especialmente nuestros educadores. La orden del “presidente obrero” Nicolás Maduro a su ministro de educación, Héctor Rodríguez de propinar una “buena dosis de patria revolucionaria” no es más que una directriz para pulverizar los derechos laborales y someter al pueblo a una ignorancia deliberada. Los casos son dantescos: el pasado 10 de junio, en el estado Monagas, 990 educadores fueron suspendidos, junto con sus salarios miserables que en muchos casos no superan los diez dólares mensuales, incluyendo bonos. Pero la cifra es aún más escalofriante a nivel nacional, con 8.000 educadores afectados solo en esa ocasión. Esta tragedia ya venía gestándose desde marzo de este año, cuando 48.000 educadores fueron suspendidos en todo el territorio nacional sin notificación alguna, violando flagrantemente todos los procedimientos administrativos y el debido proceso.

Miles de docentes fueron cesados en pleno proceso de jubilación, mientras disfrutaban de permisos médicos pre y postnatales o en medio de tratamientos por enfermedades graves. Discapacitados y aquellos con más de 37 años de servicio fueron víctimas de esta embestida inhumana. Esta no es una medida aislada, sino una clara política de Estado para profundizar la ignorancia del pueblo, sumiéndolo en el oscurantismo y la dependencia. Muchos venezolanos llevamos más de diez años denunciando cómo niegan presupuestos a las universidades autónomas con el objetivo de llevarlas a la ruina y al cierre total. Lo increíble es que todavía existan personas que salgan a votar por ellos; la ignorancia, sin duda, es atrevida, pero la complicidad es criminal.

La realidad es brutal, Venezuela está secuestrada por una narcotiranía que se ha atrincherado en el poder a través de la represión, la corrupción y el desmantelamiento sistemático de las instituciones. Este régimen lejos de velar por el bienestar de sus ciudadanos, utiliza la pobreza y la desesperanza como herramientas de control. La suspensión masiva de educadores es un ejemplo contundente de cómo el régimen busca anular cualquier voz crítica y perpetuar su dominio a través de la manipulación de la educación y el control de la información. No les interesa una ciudadanía pensante y libre, sino una masa dócil y dependiente que no cuestione sus atrocidades. La educación es el primer bastión a destruir para consolidar una dictadura y eso es precisamente lo que el chavismo ha hecho y sigue haciendo.

Está de anteojostos su plan, mientras la cúpula chavista y sus aliados se enriquecen con el narcotráfico el contrabando y el desvío de fondos, el pueblo venezolano, incluidos nuestros valientes educadores, sufre las consecuencias de una política económica criminal y una represión desmedida. La impunidad con la que actúan es un desafío a la comunidad internacional y a la conciencia de la humanidad. Es imperativo denunciar con vehemencia esta barbarie y exigir que los responsables de estos crímenes de lesa humanidad rindan cuentas ante la justicia internacional. Desde la cárcel del exilio les pido no permitir que el futuro de una nación se siga hipotecando por la ambición de un grupo criminal disfrazado de gobierno.

No me cabe la menor duda: estos delincuentes y crueles miserables que han sumido a Venezuela en la desesperación y la miseria, saldrán del poder con plomo, pólvora, drones y con los pies hacia adelante, no merecen otro destino. La historia juzgará su legado de destrucción y el pueblo venezolano, con la dignidad que le caracteriza, se levantará para recuperar su libertad y reconstruir un futuro de justicia y prosperidad. La resistencia no cesará hasta que la última huella de esta narcotiranía sea erradicada de nuestra tierra. Sin duda la lucha sigue, sin pausa y guiados por la fuerza de estar del lado correcto de la historia, no pararé hasta verlos derrotados enfrentandolos con mis acciones, MI PLUMA Y MI PALABRA 




José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 19 de julio de 2025

NARCORÉGIMEN ANIQUILA LA MASA TRABAJADORA

Cuando se normaliza la barbarie, hay quien hasta la justifica, eso es lo que sucede en mi país por la desmesurada ambición y odio hacia los venezolanos del traidor mayor, hoy felizmente difunto, que legó a los más perversos herederos que logró formar y escoger. Es inaudito, por decir lo menos, que se piense que todo lo que pasa en Venezuela tiene justificación, ni siquiera esa bonanza disfrazada, sin menospreciar los esfuerzos auténticos que muchos venezolanos hacen por innovar, por ser creativos y lograr el sustento, nada de lo que sucede emanado de la narcoinstitucionalidad  corrupta implantada en Venezuela es correcto, hemos enumerado minuciosamente semana a semana durante años, paso a paso lo que esta plaga ha hecho para desmantelar todo sin dejar un  resquicio de avance, de prosperidad real. Hacen miles de esfuerzos por guardar las apariencias, por parecer lo que no son, por engañar para taparear toda su estructura criminal, eso sí lo han construido con bastante eficiencia y precisión han buscado a los socios idóneos, la crema y nata del terrorismo y la corrupción Internacional y su estrategia principal es acallar a como dé lugar cualquier disidencia que asome la cabeza, utilizando a los presos políticos como pieza de canje para sus asquerosas negociaciones.

Nada es casual en su plan, el régimen que encabezan Nicolás Maduro y el capo Diosdado Cabello ha cruzado todas las líneas rojas imaginables, convirtiendo a Venezuela en un estado policial donde la disidencia, incluso la más básica expresión de derechos laborales, es castigada con desaparición forzada y terror estatal. Lo que presenciamos hoy no es solo autoritarismo: es la manifestación más cruda de una narcotiranía que ha perdido toda legitimidad y que solo se sostiene mediante el terror sistemático.

El secretario de la Federación Unitaria de Trabajadoras y Trabajadores del Petróleo de Venezuela (FUTPV) Iván Freites, ha denunciado el secuestro de 18 trabajadores de la refinería El Palito, en Puerto Cabello, estado Carabobo. Los trabajadores fueron retenidos por las fuerzas de seguridad del régimen y según la denuncia, los empleados petroleros fueron recluidos en las cárceles de Yare, en la localidad de Ocumare del Tuy.

La noticia no fue fácil de confirmar, los familiares están aterrorizados e indefensos ante la violencia de los cuerpos de seguridad y el silencio cómplice de la Fiscalía General y de la Defensoría del Pueblo. Los familiares lograron localizar a algunos trabajadores en Yare II y Yare III pero las autoridades les habrían negado el derecho a verlos y se desconocen las acusaciones en su contra.

Estos trabajadores fueron detenidos sin presentar cargos, imputaciones o garantías de vida. Más de 100 trabajadores petroleros han sido secuestrados en el Centro de Refinación Paraguaná y ahora en la refinería El Palito. Mientras tanto, las autoridades de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) guardan silencio cómplice ante estas detenciones y las instalaciones petroleras están militarizadas con agentes de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM).

La incoherencia es inmensa: el autoproclamado presidente obrero, (léase reposero) Nicolás Maduro está destruyendo sistemáticamente a la clase trabajadora venezolana. Aquellos que construyeron la industria petrolera del país, que mantuvieron funcionando la principal fuente de ingresos de la nación, ahora son tratados como enemigos del estado por el simple hecho de reclamar sus derechos laborales básicos.

Esta no es una política de estado: es terrorismo estatal puro, el régimen ha convertido las cárceles en campos de concentración para trabajadores que se atreven a alzar la voz. Las desapariciones forzadas, la negación del debido proceso, la militarización de los centros de trabajo y el silencio cómplice de las instituciones que deberían proteger a los ciudadanos configuran un cuadro típico de los regímenes totalitarios más brutales de la historia.

Las cifras del Foro Penal revelan la magnitud del horror: 940 presos políticos para el 30 de junio, la mayoría de ellos sin una condena. Además hay más de 10.000 personas que siguen sujetas a medidas restrictivas de su libertad. Estas no son estadísticas: son vidas humanas, familias destrozadas, trabajadores castigados por el delito de exigir dignidad.

El régimen madurista ha eliminado toda pretensión de legalidad. Ya no existe separación de poderes, no hay garantías constitucionales, no hay derechos humanos. Solo existe el terror como herramienta de control social. Las fuerzas de seguridad actúan como escuadrones de la muerte, las cárceles como centros de tortura y las instituciones como instrumentos de represión.

Mientras trabajadores venezolanos desaparecen en prisiones, mientras familias enteras viven aterrorizadas, mientras una nación entera es tomada como rehén por una camarilla criminal, gran parte de la comunidad internacional mantiene un silencio ensordecedor. No basta con declaraciones diplomáticas tibias: Venezuela vive bajo una ocupación criminal que debe ser denunciada y combatida con toda la fuerza del derecho internacional.

Estas desapariciones forzadas son delitos de lesa humanidad en un país que aunque no pierde la esperanza de recuperar su libertad, parece dirigirse hacia el abismo guiado por una cruel narcodictadura. Pero Venezuela no se dirige al abismo: ya está en él y solo una acción decidida y contundente puede rescatarla.

Los venezolanos de bien, los trabajadores dignos, los ciudadanos que creen en la democracia y la libertad, no pueden seguir siendo víctimas pasivas de esta maquinaria de terror. 

En mis reflexiones desde la cárcel del exilio veo que la historia demuestra que las dictaduras criminales no se van con ruegos ni negociaciones, se van cuando el pueblo se decide a echarlas, con la determinación férrea de quienes saben que no hay otra alternativa que la libertad o la muerte.

El régimen de Maduro no es un gobierno: es una organización criminal que ha secuestrado a Venezuela entera. Los trabajadores petroleros desaparecidos, los miles de presos políticos, las familias aterrorizadas, son el testimonio vivo de que no hay convivencia posible con esta narcotiranía.

La única salida es la resistencia total, la movilización popular masiva, la desobediencia civil generalizada y la acción internacional decidida. Los secuestradores de Venezuela solo entenderán un lenguaje: el de la fuerza popular organizada y la determinación inquebrantable de un pueblo que ha decidido ser libre.

Venezuela será libre porque un pueblo que ha sufrido tanto terror no puede aceptar otra cosa que la libertad plena y la justicia para todos los crímenes cometidos por esta dictadura criminal.  No hay negociación posible, no me cansaré de escribirlo, a malandro sólo lo arregla plomo, pólvora y drones teledirigidos, ese es el único plan válido para las alimañas, fumigarlas y proceder a recuperarnos del terrible daño que nos han hecho; sigamos sin parar hasta lograrlo, sin pausa, yo no me detengo, voy contra ellos cada segundo y los ataco con todo y los fustigo con  MI PLUMA Y MI PALABRA 


José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 12 de julio de 2025

VENEZUELA: OJOS QUE NO VEN - CRISIS HUMANITARIA


No hay diferencia alguna si comparamos algunas situaciones infrahumanas ejercidas en estos tiempos en los que paradójicamente hay tecnologías que asombran con inteligencia artificial, robótica, en los que el ser humano paralelamente busca avanzar en el equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu, con aquellas antiguas prácticas bárbaras normalizadas para la época, como la esclavitud, las prácticas del Imperio Romano con espectáculos de lucha cuerpo a cuerpo entre fieras y humanos para demostrar el poder y la riqueza de los emperadores y nobles romanos además de "entretener" al público.
¿Hay acaso alguna diferencia con la miserable práctica del narcochavismo que oprime al pueblo venezolano sin razón, sin motivos ni justificación? Sólo porque un grupo de desalmados resentidos con una bandera de justicia social falsa se antojaron de asaltar el poder y no soltarlo más para su beneficio propio.
Su circo, son las detenciones arbitrarias y torturas a diestra y siniestra como arma del imperio tirano que creó el traidor mayor, hoy felizmente difunto, para mostrar su poderío y "entretener" a sus aliados mostrando el control que tienen sobre nuestras riquezas y lo fácil que es tráfico de ilícitos en nuestro país.
El informe “Venezuela en Cifras 2024” de Un Mundo Sin Mordaza no es solo una recopilación técnica de datos: es un testamento crudo y doloroso de una nación sometida por una organización criminal que ha suplantado al Estado y lo ha transformado en un aparato de represión, saqueo y control total. Este documento, basado en hechos verificables y cifras oficiales, debe ser entendido como un expediente judicial contra una narcotiranía que ha hecho de la destrucción de Venezuela su proyecto de poder.
Quienes escribimos, informamos y aún tenemos canales para alzar la voz, estamos no solo moralmente habilitados, sino obligados a hacerlo, La omisión frente a este horror es complicidad. Venezuela no es hoy una democracia fallida, es un narcoestado funcional que utiliza la propaganda, el terror y la miseria como herramientas de dominación.
La emergencia humanitaria compleja sigue profundizándose en 2024, sin pausa ni maquillaje. Lejos quedaron los tiempos en que el régimen intentaba simular un barniz democrático. Hoy el chavismo gobierna sin máscaras: con represión abierta, censura estructurada y una política de exterminio social contra quienes se atrevan a disentir.
Durante el primer semestre de 2024 se documentaron más de 190 agresiones contra periodistas, activistas y ciudadanos, muchos de ellos perseguidos simplemente por expresarse en redes sociales, como el caso de Merlys Oropeza de Maturín que lo describí en mi columna del domingo pasado.
El control informativo se ha transformado en una estrategia de guerra: censura digital, bloqueos arbitrarios, leyes punitivas, detenciones sin orden judicial y el desmantelamiento sistemático de medios independientes, han cerrado casi 500. En Venezuela opinar ya no es un derecho: es un acto de riesgo.
La situación económica roza el sadismo institucional. El salario mínimo continúa congelado en 130 bolívares mensuales (1,5 dólares) mientras la canasta básica supera los $498. La inflación cerró el año con un alarmante 85% y el empleo formal ha sido sustituido por la economía informal, el rebusque o la mendicidad. Esta no es una consecuencia de la mala gestión: es un plan deliberado. El hambre es un mecanismo de control social. La pobreza extrema se ha convertido en la herramienta más eficaz de chantaje político.
A esto se suma el fraude electoral del 28 de julio de 2024, que no hizo sino confirmar lo que ya es norma en la dictadura chavista: elecciones sin condiciones con inhabilitaciones a opositores, uso fraudulento del voto asistido y una diáspora excluida del padrón electoral. A pesar de que más de 9 millones de venezolanos están fuera del país, solo 508 fueron habilitados para votar en el exterior. Se vota, sí, pero no se elige. La cúpula del régimen decide quién puede competir, cuántos votos contar y quién “gana”. El fraude no es un accidente: es el método. Sin embargo encuentran tarifados que les pagan para que participen en cada farsa electoral para relegitimarse.
Los servicios públicos han colapsado en todas las áreas: el 50% de los hogares sufre cortes constantes de agua, el 80% padece fallas eléctricas diarias, y menos del 20% recibe gas doméstico con regularidad. El transporte público ha desaparecido: miles de ciudadanos caminan a diario bajo el sol, bajo la lluvia, sin seguridad, sin derechos, sin esperanza.
El sistema de salud pública es una ruina estructural. El desabastecimiento de insumos médicos supera el 40% y en estados como Carabobo alcanza el 75%. El 96% de los hospitales exige que los pacientes lleven sus propios insumos y en muchos casos se les cobra hasta 300 dólares en sobornos para poder ser operados. Morir por no tener dinero es hoy una realidad cotidiana en Venezuela, mientras los jerarcas del régimen se atienden en clínicas privadas o en el extranjero.
En educación, la devastación también es deliberada. Más del 80% de los estudiantes reprueba comprensión lectora y razonamiento matemático. El 93% de los docentes no recibe dotación estatal alguna y las universidades sobreviven con presupuestos ínfimos, acosadas por una política de asfixia institucional. La ignorancia, como el hambre, también es útil para el poder: un pueblo sin educación es más fácil de manipular de someter, de callar. Lo he escrito desde hace más de una década, que es política de estado: en Venezuela se gobierna desde la destrucción y el olvido.
La violencia institucional completa este retrato de horror. En 2024 se registraron 522 ejecuciones extrajudiciales por parte de cuerpos policiales y militares y solo tras las protestas postelectorales se documentaron 2.635 violaciones al derecho a la libertad personal, en su mayoría detenciones arbitrarias contra jóvenes de sectores populares. La represión ya no es una respuesta: es una advertencia. Castiga pero sobre todo, disuade.
“Venezuela en Cifras 2024” no es solo un informe técnico. Es un grito. Un clamor de justicia. En mi ejercicio de reflexión desde la cárcel del exilio puedo afirmar y confirmar que cada uno de estos números , estadísticas REALES,  representan una vida truncada, una familia rota, una libertad perdida. Es una denuncia estructurada contra un régimen que ha hecho del crimen una forma de gobierno.
La narcotiranía venezolana no es una dictadura convencional: es un sistema criminal con fachada de Estado, operado por una élite que trafica con drogas, con armas, con minerales, con seres humanos. Esta estructura de poder no se sostiene por ideología ni por legalidad: se sostiene por represión, complicidad internacional y un silencio que aún es demasiado cómodo para muchos gobiernos del continente.
Conocer las cifras es solo el primer paso. Lo que sigue es actuar: denunciar, presionar, movilizar, resistir. Porque lo que ocurre en Venezuela no es un asunto interno: es una tragedia continental, una amenaza regional, una vergüenza compartida. El futuro de América Latina también se juega en las calles destruidas, los hospitales vacíos y las aulas cerradas de Venezuela.
Y mientras esa maquinaria criminal siga operando con impunidad, los venezolanos seguirán pagando con sus cuerpos, su dignidad y su porvenir.
No dejemos que esa fachada de las redes sociales que muestra bonanza, comercios lujosos, bienestar y felicidad en nuestro país nos nuble la mente y olvidemos a los venezolanos que día a día son abusados, vejados, encarcelados, desaparecidos y torturados por reclamar nuestros derechos. Están allí, sufriendo, sus familias desesperadas por no saber de ellos, no seamos indiferentes a esta realidad, lo pido de corazón, sigo creyendo que el final está cerca, enfrentando a los tiranos y gestionando formas para
que nos dejen en paz, sea como sea, con plomo, pólvora, drones o con los pies hacia delante.
Para ser libres  doy todo mi esfuerzo, lo difundo y hago público con lo único que me queda MI PLUMA Y MI PALABRA

José Gregorio Briceño Torrealba
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sábado, 5 de julio de 2025

SILENCIADA EN MONAGAS - LA TIRANÍA CONTRAATACA

Por momentos se nos olvida, creo que es un mecanismo de defensa de nuestra mente, que  los causantes de esta desgracia que sucede en Venezuela, los degenerados herederos del traidor mayor, hoy felizmente difunto, no  descansan, su cometido principal es la infelicidad del venezolano, nos detestan, no pueden soportar que estemos tranquilos ni un segundo desde el día que llegaron al poder , al olvidarnos nuestro instinto de seres libres nos hace expresarnos y ¡Zas! nos percatamos de que la tiranía está activa en los ojos de los vecinos que tienen el alma vendida a esos diablos, si, esos vecinos que también pasan roncha, que padecen las vicisitudes del sueño revolucionario, del socialismo del siglo XXI, en el que la escasez de calidad de vida y el retroceso son la orden del dia, pero se sienten con poder, el poder de ser el juez de la comadre, del antes amigo, a cambio de quién sabe, a lo mejor un kilo de harina pan o una palmadita de su camarada el sapo mayor. Denigrante asumir ese rol cuando tus propios hijos no tienen zapatos para ir a la escuela, verdaderamente triste.

Los casos son miles, en cada esquina, en cada barrio, hoy quiero desmenuzar la historia de Merlys Oropeza, una joven venezolana de tan solo 25 años, oriunda de Las Carolinas al oeste de Maturín, estado Monagas, es un escalofriante testimonio de la barbarie del narcorégimen que asfixia a Venezuela. Su “delito” no fue más que la expresión de una opinión, un breve pero contundente mensaje en su estado de WhatsApp: “Hay algunos vecinos que prefieren la bolsa de gorgojos que el futuro de sus hijos”. Una crítica mordaz, sí, pero incuestionablemente amparada por la libertad de expresión que buscaba denunciar la tragedia ética de aquellos que cambian su dignidad por las migajas de un régimen corrupto.

Lo que siguió fue una secuencia de horrores que destapa la maquinaria de represión. Denunciada por una “jefa de calle” figura siniestra del aparato de vigilancia social chavista, Merlys fue arrestada apenas once días después de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio. El pasado 23 de junio, en un juicio exprés que desafía toda noción de justicia, fue sentenciada a 10 años de prisión bajo la inconstitucional “Ley contra el Odio por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia”. Su caso no es un incidente aislado; es un claro ejemplo del sofisticado sistema represivo digital instaurado por la narcotiranía del extranjero Nicolás Maduro. Le sugiero a los familiares de Merlys, tener ubicadas las direcciones y nombres completos del fiscal que la acusó y del juez que la sentenció, lo demás llegará.

La tristemente célebre “Ley contra el Odio” ha sido desenmascarada por organismos internacionales como lo que realmente es: no una herramienta para la paz, sino un arma diseñada para criminalizar la disidencia, amordazar las voces críticas y perpetuar un sistema de sumisión. El artículo 57 de la Constitución venezolana que garantiza el derecho a la libre expresión sin censura previa ni amenazas, ha sido pisoteado sistemáticamente por un régimen que prefiere blindarse con legislaciones que contravienen los principios más básicos del Estado de derecho.

La distorsión de la justicia en Venezuela es tan descarada que resulta obscena. Mientras una opinión personal en redes sociales puede acarrear penas de hasta 20 años de cárcel, los delitos de corrupción que saquean el erario público, desmantelan las instituciones y condenan a generaciones enteras a la pobreza, reciben condenas considerablemente más leves. Esto no es un accidente. Es el resultado de un modelo penal perverso, diseñado a la medida de la impunidad del narcorégimen, implacable con los débiles, complaciente con los poderosos. El mensaje es claro y brutal, criticar al régimen es más costoso que robar millones del presupuesto público. La ley no busca justicia, sino obediencia.

La sentencia contra Merlys Oropeza no solo cercena la libertad de expresión, sino que también oficializa el espionaje vecinal, transformando al ciudadano en vigilante del pensamiento ajeno. La figura del "sapo de calle" el delator anónimo se convierte en un engranaje funcional del aparato represivo. Nos enfrentamos a un totalitarismo que ha trascendido la represión física. Ahora busca domesticar el pensamiento, imponer la autocensura y castigar la crítica, utilizando el aparato judicial como un látigo ideológico. La represión no siempre se viste de botas y fusiles; también se ejecuta con togas, fiscales y leyes espurias. Es un sistema diseñado para pulverizar la resistencia desde dentro, infundiendo un terror psicológico que busca la rendición.

La carta que Merlys escribió desde su celda, despidiéndose de sus padres y pidiéndoles perdón por no soportar tanta injusticia, es un grito silencioso que clama por conciencia y solidaridad de todos los monaguenses. Su dolor es un espejo del sufrimiento de millones. La “Ley contra el Odio” no es una ley; es un mecanismo de terror. Es el instrumento con el que la narcotiranía de Maduro intenta infundir miedo, paralizar a la sociedad civil e imponer una única narrativa oficial. Es la prueba irrefutable de un sistema que ha perdido toda legitimidad democrática y que solo se sostiene por la fuerza, el chantaje y la represión selectiva y por eso no me cansaré de escribir, hay que tumbarlos de cualquier forma, pólvora, drones y misiles. Quienes tienen secuestrado a Venezuela no castigan la corrupción porque viven de ella, ni combaten el crimen porque muchos lo dirigen y ejecutan. Sin embargo, no dudan en encarcelar a una joven por un mensaje en WhatsApp.

La lucha no se detiene frente a esta barbarie, el silencio es complicidad. La comunidad internacional, las organizaciones de derechos humanos y los venezolanos, dentro y fuera del país, tenemos el deber moral de levantar la voz, denunciar cada caso, proteger a las víctimas y negarnos a acostumbrarnos a esta tiranía. Es un hecho que me trae hoy a la reflexión desde la cárcel del exilio, la libertad de Merlys Oropeza se ha convertido hoy en un símbolo de la lucha de todos los monaguenses, su caso debe indignarnos, movilizarnos y recordarnos que no hay futuro en un país donde pensar diferente se paga con la prisión. Por ello debemos seguir pregonando la necesidad de desmantelar esta barbarie y liberar a Venezuela, sigamos enfrentandolos, sin pausa, lo hago cada segundo con lo único que me queda MI PLUMA Y MI PALABRA..

¡Viva Venezuela libre, carajo!



José Gregorio Briceño Torrealba

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sábado, 28 de junio de 2025

CHAVISMO: MAQUINARIA CRIMINAL


Ciertamente se habla tanto de lo difícil que es obtener justicia, hemos vivido consolados por frases como "La justicia tarda  pero llega", "Donde no hay justicia, no hay libertad” entre muchas que a los venezolanos nos sonaban como palabras huecas, vacías ,ya que nunca fuimos escuchados o al menos las instancias a las que hemos acudido nunca han sido suficientemente diligentes ante una crisis tan evidente y monumental como la de Venezuela. 

Además, lo visto durante estos 12 años de exilio, en donde la injusticia se ha convertido en una carga insoportable ya que la narcodictadura ha despojado a millones de venezolanos de sus derechos más fundamentales. Acusaciones infundadas, detenciones arbitrarias y un clima de miedo constante han llevado a un 27% de la población, como yo, a buscar refugio en otras tierras, dejando atrás no solo un hogar, sino también la esperanza de un futuro mejor en nuestra patria. 

Sin embargo en estos momentos prevalece la esperanza y no la impotencia ya que se ve luz por la hendijita que nos ilumina, nos alivia y mucho.

Es indiscutiblemente esperanzadora cualquier  acción que destape la podredumbre que sembró el traidor mayor, hoy felizmente difunto, por décadas los venezolanos hemos denunciado la metamorfosis del chavismo en una maquinaria criminal, una estructura mafiosa que utiliza el ropaje de la revolución para delinquir a escala continental. Hoy con las recientes declaraciones de Álvaro Córdoba, hermano de la fallecida ex senadora colombiana Piedad Córdoba, se confirma lo que muchos hemos señalado con insistencia y por lo que tantos han sido perseguidos, silenciados o empujados al exilio. El chavismo ha sido, desde hace años una empresa delictiva que convirtió al Estado venezolano en un cartel de drogas con fachada política.

Álvaro Córdoba, actualmente preso en Estados Unidos por delitos de narcotráfico, ofreció un testimonio demoledor ante autoridades federales. No solo reconoció su participación en una operación criminal, sino que detalló, con nombre y apellido, la implicación del expresidente Hugo Chávez y de altos mandos militares venezolanos, los tristemente célebres miembros del llamado Cartel de los Soles en una red de exportación de cocaína hacia Estados Unidos. Según sus palabras, el difunto comandante Chávez fue un actor clave de esta organización criminal, operando durante años en coordinación con generales venezolanos y con la complicidad de las entonces activas FARC colombianas.

No se trata de una acusación ligera ni de un rumor periodístico, son declaraciones bajo juramento, obtenidas por el sistema judicial del país más poderoso del mundo. Córdoba no solo incriminó a Chávez, sino también a su hermana, Piedad Córdoba a quien identificó como parte del engranaje que enlazaba a la izquierda radical latinoamericana con los intereses más oscuros del narcotráfico. En sus propias palabras: “Yo no soy nada más que un indefenso e inofensivo actor menor en esta compleja red criminal”.

Esta afirmación no solo mancha, aún más el ya deteriorado legado de Hugo Chávez, sino que desnuda el verdadero rostro del chavismo, no fue nunca un proyecto de justicia social, sino una pantalla para encubrir una operación transnacional de drogas, corrupción y terrorismo. Las banderas del socialismo bolivariano sirvieron para justificar la destrucción institucional, el desmantelamiento de la democracia y la conversión de Venezuela en un narcoestado funcional.

Piedad Córdoba, quien hasta su muerte en 2024 negó cualquier nexo con la guerrilla o con actividades ilícitas, aparece ahora comprometida por la voz de su propio hermano. Durante años logró evadir investigaciones judiciales gracias a tecnicismos y vacíos legales como ocurrió con los computadores de alias Raúl Reyes, invalidados por presuntas fallas en la cadena de custodia. Sin embargo, documentos y reportes en poder de las autoridades estadounidenses, confirman que la senadora estuvo bajo vigilancia de las agencias antinarcóticos, precisamente por sus vínculos con Caracas y con la cúpula de las FARC.

Lejos de ser un agente de paz en Colombia, el chavismo fue siempre el brazo logístico de la insurgencia terrorista en Sudamérica, ofreciéndoles refugio, financiamiento y una plataforma ideológica que blanqueaba sus crímenes. El testimonio de Álvaro Córdoba no solo coincide con informes de inteligencia previos, sino que refuerza las denuncias hechas por desertores venezolanos y reportes de la DEA sobre cómo el Alto Mando Militar, bajo Chávez y luego bajo Nicolás Maduro, institucionalizó el narcotráfico como política de Estado.

La mal llamada “revolución bolivariana” ha dejado un rastro de sangre, miseria y muerte que se extiende mucho más allá de las fronteras venezolanas. La narcorevolución arrasó con la moral pública, corrompió a toda una generación de militares, destruyó la economía nacional y desencadenó una crisis humanitaria sin precedentes, empujando a millones de venezolanos al exilio forzado, aproximadamente 9.500.000 de venezolanos. 

Y mientras el país se desangraba, la cúpula chavista se blindaba con el oro del Arco Minero, las rutas de cocaína y la complicidad internacional. Hoy siguen aferrados al poder a fuerza de represión, censura, manipulación electoral y alianzas con otros regímenes autoritarios.

El pasado miércoles, otro golpe a la estructura del régimen quedó al descubierto. El general Hugo “El Pollo” Carvajal Barrios, exjefe de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM), se declaró culpable de narcotráfico y terrorismo ante la justicia de Estados Unidos. Carvajal quien fue pieza clave tanto en el gobierno de Chávez como en los inicios del régimen de Maduro, admitió haber participado en el envío de miles de kilos de droga hacia Norteamérica.

Confieso que al leer la noticia sentí algo que los venezolanos hemos perdido hace mucho: una pizca de justicia. Porque Carvajal no sólo fue criminal de Estado, sino verdugo directo de mi familia. Después de que salí del país, colocó una patrulla frente a la casa de mi madre, quien fue acosada sistemáticamente por llamadas intimidantes. También hostigaron a mi hermano Pedro, quien aún ejercía como alcalde de Caicara. Todo un operativo de psicoterror, digno de una narcotirania criminal. También nos arrebató y saqueó la finca familiar que tenía una tradición legal de más de 130 años, siendo nosotros la tercera generación que la manejaba.

Y hoy al verlo rendido ante un tribunal extranjero buscando indulgencias, solo puedo repetir, "Dios castiga sin palo ni mandador".

Ahora falta Diosdado Cabello, quien anda por ahí negando su amistad y compadrazgo con el Pollo Carvajal, siendo él uno de los arquitectos del narcochavismo, acusado también por la justicia estadounidense y por decenas de investigaciones internacionales. Su día llegará.

¿Hasta cuándo?

La pregunta sigue en el aire.

¿Cuántas más pruebas necesita la comunidad internacional para actuar con contundencia?

Lo que Álvaro Córdoba ha revelado no puede quedar como nota curiosa en la prensa. Es una bomba política, moral y judicial. La revolución bolivariana fue y sigue siendo el mayor fraude político del siglo XXI, un proyecto criminal que se disfraza de pueblo para traficar miseria, ideología, cocaína y muerte.

Desde la cárcel del exilio me alegro por esas novedades y aunque el narcochavismo aparenta tranquilidad sabemos que está herido de muerte, acorralado y solo faltan algunos tiros de gracia para acabar con la peor peste que hay en el mundo.

Con fuerza, sin miramientos y sin pausa los enfrento día y noche, con lo único que me queda MI PLUMA Y MI PALABRA 




José Gregorio Briceño Torrealba

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