En Venezuela, las noticias que reportan diariamente la muerte
de centenares de personas, son tan
comunes como las colas para comprar insumos y alimentos. Nadie se escapa, ni dentro ni fuera de sus
casas los venezolanos están seguros. El pasado 15 de
marzo, asesinaron a un insigne ciudadano de mi amado estado Monagas. Para
robarle su teléfono celular, segaron la vida del Doctor Luis Rafael Díaz
Turmero, un joven médico de tan solo 24 años de edad, egresado de la
Universidad Central de Venezuela en el año 2014. Hijo y hermano ejemplar, emprendedor,
inteligente, amoroso; orgullo de toda su familia. Sus padres, el Ingeniero Luis
Díaz y la abogada Zía Turmero, levantaron a sus dos hijos gemelos con mucho
sacrificio y sólidos principios.
Los motivos insignificantes e innobles y la atrocidad en la comisión
de los delitos de Venezuela, son el resultado de la depravación que nos han
dejado los 17 años de Revolución. El hampa desbordada que ha llevado a
Venezuela a ser el segundo país más peligroso del planeta y a mi hermosa ciudad
de Maturín al quinto lugar en el ranking criminal del mundo.
Así como el autoproclamado Estado Islámico (ISIS), en Venezuela la
élite gobernante se ha autoproclamado “El Pueblo” y en su nombre asesina, roba,
saquean y reprimen a los que disienten obligando a muchos a abandonar el país.
Aunque todos en mi patria están pasando el peor momento de toda su historia,
hoy dedicaré esta columna a los médicos de mi estado Monagas.
El 10 de marzo se celebró en Venezuela el Día del Médico. Ese día, los
médicos de Monagas leyeron un manifiesto en la Plaza Bolívar de Maturín en el
que afirmaron que no tenían nada que celebrar por la crítica situación que
atravieza el sector salud a nivel nacional y la cantidad de penurias y
calamidades que sufren a diario tratando de garantizar el derecho a la salud de
la población. Son muchas las ruedas de prensa ofrecidas para denunciar la grave
situación que vive el Hospital Universitario Manuel Nuñez Tovar, ubicado en
Maturín, único de este tipo en Monagas y que acoge no solo a los monaguenses
sino también a nuestros vecinos de Delta Amacuro.
Las instalaciones de todos los centros dispensadores de salud del
estado, están como si ISIS les hubiera colocado una bomba a cada uno (la
comparación es válida pues los gerentes de la salud en mi país son unos
auténticos terroristas que acaban con la vida sin cargo de conciencia). En la
sala de parto del Hospital Manuel Núñez Tovar, se trabaja con las uñas, no
cuentan ni siquiera con equipos de ecografía para la atención oportuna. La
unidad de cuidados intensivos solo tiene operativas 2 de las 8 camas de las que
dispone (6 camas para adulto y 2 para niños habilitadas durante mi gestión como
gobernador del estado). Eso hablando de equipos, pero sabemos que en lo que se
refiere a medicamentos no hay ni alcohol y ni gasa para tratar una herida
menor.
Lejos de mantener las instalaciones hospitalarias existentes en la
red primaria que fue rehabilitada entre el 2004 y 2012 Hospital Simón Bolívar, Hospital
Serres, Hospital Vargas, mucho menos iniciar nuevas obras o terminar las ya
iniciadas como el Hospital de Aguasay que se adelanto en un 80 % y serviría al
oeste del estado incluyendo la zona de San Tomé en el estado Anzoátegui. Desde
que asumió como Gobernadora la Narcocomplaciente, Yelitze Santaella, redujo las
plazas de médicos y paramédicos. En 2012 estaba acondicionado el espacio
para para instalar 12 camas de cuidados
intensivos adicionales (12 camas de adulto y 6 para los niños) y el gobierno central estaba
comprometido con equipar el área y emplear las 30 enfermeras que hacían falta.
Pero como todo comunista, el gobierno no cumplió su palabra.
Me arde el corazón cuando sé que en Monagas se están muriendo muchos
pacientes críticos por falta de camas o por fallas en el banco de sangre, saber
que en la sala de parto solo cuentan con una tijera para atender más de 100
partos diarios que se presentan y las penurias que pasan los médicos que ni con
toda su mística y su devoción logran atender dignamente a los pacientes, pues
ni siquiera tienen baño para hacer sus necesidades.
Me duele saber que el proyecto de la Ciudad Hospitalaria que elaboré con el equipo de gobierno con el
que tuve el privilegio de trabajar, está durmiendo el sueño eterno y no porque
haya una propuesta alternativa, lo cual sería válido, sino por la indolencia de
quienes me sucedieron en el gobierno regional. Al ritmo que veníamos trabajando
ya tendría un 50% de avance. Entregamos el movimiento de tierra para la
construcción de 14 edificios (uno para cada especialización) además de
Hospedaje para familiares, zona deportiva, Helipuerto, Sistema Vial
Expreso. Hay constancia de que se contaba con los recursos necesarios obtenidos
por el ahorro de los distintos incrementos del alza del petróleo, además de
haber obtenido todos los permisos y avales del Ministerio de Salud para su construcción.
También nos quedaron pendientes por concluir los Nuevos Hospitales y
las ampliaciones en Punta de Mata y Temblador, que nos permitirían brindar
atención inmediata a estas comunidades y descongestionar el Hospital Central de
Maturín. Pero todos esos sueños están plasmados en proyectos que, Dios mediante,
se rescatarán para beneficio de todos.
Ante este caos es sumamente difícil ejercer el oficio de Médico en
mi país, por mas vocación, entrega y pasión el desafío es inmenso. Primero
deben tratar de sobrevivir y luego luchar contra la ineficacia e indolencia de
los que gobiernan. Les agradezco infinitamente a todos los representantes del
gremio de salud su valentía y tesón al
decir las cosas que ocurren y dar siempre un paso al frente para buscar
soluciones.
Pronto volverá la dignidad y la esperanza al estado que me vio nacer
y daremos viabilidad ante la nueva Venezuela postguerra de los proyectos que se
soñaron para dar respuesta a la necesidad de todos.
Mientras tanto seguiré dando la pelea con lo único que me tengo en
este momento MI PLUMA y MI PALABRA.
José Gregorio Briceño Torrealba
“El Gato” Briceño.
Twitter:
@josegbricenot