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Ex-alcalde, Constituyentista, ex-diputado AN, y ex-gobernador del Estado Monagas. Luchador incansable por el rescate de la democracia en mi patria VENEZUELA.

sábado, 19 de julio de 2025

NARCORÉGIMEN ANIQUILA LA MASA TRABAJADORA

Cuando se normaliza la barbarie, hay quien hasta la justifica, eso es lo que sucede en mi país por la desmesurada ambición y odio hacia los venezolanos del traidor mayor, hoy felizmente difunto, que legó a los más perversos herederos que logró formar y escoger. Es inaudito, por decir lo menos, que se piense que todo lo que pasa en Venezuela tiene justificación, ni siquiera esa bonanza disfrazada, sin menospreciar los esfuerzos auténticos que muchos venezolanos hacen por innovar, por ser creativos y lograr el sustento, nada de lo que sucede emanado de la narcoinstitucionalidad  corrupta implantada en Venezuela es correcto, hemos enumerado minuciosamente semana a semana durante años, paso a paso lo que esta plaga ha hecho para desmantelar todo sin dejar un  resquicio de avance, de prosperidad real. Hacen miles de esfuerzos por guardar las apariencias, por parecer lo que no son, por engañar para taparear toda su estructura criminal, eso sí lo han construido con bastante eficiencia y precisión han buscado a los socios idóneos, la crema y nata del terrorismo y la corrupción Internacional y su estrategia principal es acallar a como dé lugar cualquier disidencia que asome la cabeza, utilizando a los presos políticos como pieza de canje para sus asquerosas negociaciones.

Nada es casual en su plan, el régimen que encabezan Nicolás Maduro y el capo Diosdado Cabello ha cruzado todas las líneas rojas imaginables, convirtiendo a Venezuela en un estado policial donde la disidencia, incluso la más básica expresión de derechos laborales, es castigada con desaparición forzada y terror estatal. Lo que presenciamos hoy no es solo autoritarismo: es la manifestación más cruda de una narcotiranía que ha perdido toda legitimidad y que solo se sostiene mediante el terror sistemático.

El secretario de la Federación Unitaria de Trabajadoras y Trabajadores del Petróleo de Venezuela (FUTPV) Iván Freites, ha denunciado el secuestro de 18 trabajadores de la refinería El Palito, en Puerto Cabello, estado Carabobo. Los trabajadores fueron retenidos por las fuerzas de seguridad del régimen y según la denuncia, los empleados petroleros fueron recluidos en las cárceles de Yare, en la localidad de Ocumare del Tuy.

La noticia no fue fácil de confirmar, los familiares están aterrorizados e indefensos ante la violencia de los cuerpos de seguridad y el silencio cómplice de la Fiscalía General y de la Defensoría del Pueblo. Los familiares lograron localizar a algunos trabajadores en Yare II y Yare III pero las autoridades les habrían negado el derecho a verlos y se desconocen las acusaciones en su contra.

Estos trabajadores fueron detenidos sin presentar cargos, imputaciones o garantías de vida. Más de 100 trabajadores petroleros han sido secuestrados en el Centro de Refinación Paraguaná y ahora en la refinería El Palito. Mientras tanto, las autoridades de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) guardan silencio cómplice ante estas detenciones y las instalaciones petroleras están militarizadas con agentes de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM).

La incoherencia es inmensa: el autoproclamado presidente obrero, (léase reposero) Nicolás Maduro está destruyendo sistemáticamente a la clase trabajadora venezolana. Aquellos que construyeron la industria petrolera del país, que mantuvieron funcionando la principal fuente de ingresos de la nación, ahora son tratados como enemigos del estado por el simple hecho de reclamar sus derechos laborales básicos.

Esta no es una política de estado: es terrorismo estatal puro, el régimen ha convertido las cárceles en campos de concentración para trabajadores que se atreven a alzar la voz. Las desapariciones forzadas, la negación del debido proceso, la militarización de los centros de trabajo y el silencio cómplice de las instituciones que deberían proteger a los ciudadanos configuran un cuadro típico de los regímenes totalitarios más brutales de la historia.

Las cifras del Foro Penal revelan la magnitud del horror: 940 presos políticos para el 30 de junio, la mayoría de ellos sin una condena. Además hay más de 10.000 personas que siguen sujetas a medidas restrictivas de su libertad. Estas no son estadísticas: son vidas humanas, familias destrozadas, trabajadores castigados por el delito de exigir dignidad.

El régimen madurista ha eliminado toda pretensión de legalidad. Ya no existe separación de poderes, no hay garantías constitucionales, no hay derechos humanos. Solo existe el terror como herramienta de control social. Las fuerzas de seguridad actúan como escuadrones de la muerte, las cárceles como centros de tortura y las instituciones como instrumentos de represión.

Mientras trabajadores venezolanos desaparecen en prisiones, mientras familias enteras viven aterrorizadas, mientras una nación entera es tomada como rehén por una camarilla criminal, gran parte de la comunidad internacional mantiene un silencio ensordecedor. No basta con declaraciones diplomáticas tibias: Venezuela vive bajo una ocupación criminal que debe ser denunciada y combatida con toda la fuerza del derecho internacional.

Estas desapariciones forzadas son delitos de lesa humanidad en un país que aunque no pierde la esperanza de recuperar su libertad, parece dirigirse hacia el abismo guiado por una cruel narcodictadura. Pero Venezuela no se dirige al abismo: ya está en él y solo una acción decidida y contundente puede rescatarla.

Los venezolanos de bien, los trabajadores dignos, los ciudadanos que creen en la democracia y la libertad, no pueden seguir siendo víctimas pasivas de esta maquinaria de terror. 

En mis reflexiones desde la cárcel del exilio veo que la historia demuestra que las dictaduras criminales no se van con ruegos ni negociaciones, se van cuando el pueblo se decide a echarlas, con la determinación férrea de quienes saben que no hay otra alternativa que la libertad o la muerte.

El régimen de Maduro no es un gobierno: es una organización criminal que ha secuestrado a Venezuela entera. Los trabajadores petroleros desaparecidos, los miles de presos políticos, las familias aterrorizadas, son el testimonio vivo de que no hay convivencia posible con esta narcotiranía.

La única salida es la resistencia total, la movilización popular masiva, la desobediencia civil generalizada y la acción internacional decidida. Los secuestradores de Venezuela solo entenderán un lenguaje: el de la fuerza popular organizada y la determinación inquebrantable de un pueblo que ha decidido ser libre.

Venezuela será libre porque un pueblo que ha sufrido tanto terror no puede aceptar otra cosa que la libertad plena y la justicia para todos los crímenes cometidos por esta dictadura criminal.  No hay negociación posible, no me cansaré de escribirlo, a malandro sólo lo arregla plomo, pólvora y drones teledirigidos, ese es el único plan válido para las alimañas, fumigarlas y proceder a recuperarnos del terrible daño que nos han hecho; sigamos sin parar hasta lograrlo, sin pausa, yo no me detengo, voy contra ellos cada segundo y los ataco con todo y los fustigo con  MI PLUMA Y MI PALABRA 


José Gregorio Briceño Torrealba

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